viernes, 15 de abril de 2016

Santa Fe En los refugios con módulos reclaman mayor asistencia

Las viviendas provisorias que construyó el municipio tienen dificultades por la humedad y las filtraciones en las lluvias. Además hay mucho barro, problemas sanitarios y de convivencia.
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Foto:Guillermo Di Salvatore
En los módulos de la ruta 168, las hijas de Marisa Vega duermen al lado de una pared con filtraciones, hinchada y con hongos.

Gastón Neffen
gneffen@ellitoral.com

Barro, agua acumulada y mosquitos; paredes de madera “hinchadas” y con hongos; techos con filtraciones por las lluvias, mangueras y duchas rotas; problemas de limpieza en los baños; dificultades de convivencia e inseguridad porque hay mucha gente concentrada en un espacio reducido. La larga crecida del Paraná, que comenzó a finales de diciembre, está mostrando los límites de la política de evacuar familias en módulos habitacionales.

El municipio lleva adelante la construcción de estas “viviendas” provisorias —desde hace algunas inundaciones—, en la Vuelta del Paraguayo y Colastiné Sur, porque los vecinos quieren estar lo mas cerca posible de sus casas y se resisten a ir a centros de evacuación con más infraestructura, que están más alejados. Pero cuando la emergencia hídrica se hace larga comienzan a emerger muchos problemas.

El Litoral recorrió esta mañana tres refugios de este tipo: dos en La Vuelta del Paraguayo y uno en Colastiné Sur. La gente que está alojada asegura que el municipio los asistió con constancia durante las primeras semanas de la crecida, pero dicen que ahora cada vez vienen menos.

“Nos sentimos abandonados”, contó Mario González, en el refugio que está junto al Corralón México. “Esto es un desastre, necesitamos que nos traigan arena para tapar el barro, kits de limpieza para los baños y que repartan más seguido bolsones con alimentos”, pidió Graciela Ovando, que está en los módulos que se levantaron junto a la ruta 168.

Las paredes de los módulos —tanto las de madera como de aglomerado— se hinchan por la lluvia y la humedad. Por el techo y las precarias aberturas de las ventanas entra agua de lluvia y se llenan las paredes de hongos (también se mojan los colchones, las frazadas, las sábanas y la ropa).

Cuando el médico le dijo a María Vega que los problemas respiratorios de su hijo de cuatro años se agravaron por los hongos, decidió pegar al lado de la pared donde el pibe duerme hojas de papel de diario. Enfrente de este módulo, Marisa Vega tiene a su hija —que fue operada del corazón— durmiendo en una cama que también está “sitiada” por los hongos y la humedad.

En el refugio que está al lado del corralón, María Morlio dice que está harta de la desidia. “Hace dos semanas que pierde una manguera y como no la reparan toda la zona cercana a mi casa se encharca”, contó. Además le salieron hongos en la piel y está convencida de que la causa es que los lugares para ducharse también están llenos de hongos.

Las duchas del refugio pegado al corralón tienen las paredes “descascaradas” y llenas de hongos.Foto: Guillermo Di Salvatore

La convivencia es otro punto difícil. Los vecinos aseguran que esta madrugada se escucharon tiros desde una canoa hacia uno de los módulos de la 168. En el refugio que está al lado del corralón, se quejan porque a la noche algunos “están de joda” y nadie puede dormir.

En diálogo con El Litoral, Rocío Giménez, subsecretaria de Acción Social del municipio, reconoció que las familias que están alojadas en los módulos no están en las mejores condiciones. “Quizás los problemas que surgieron en otras zonas de la ciudad, con la crecida del Salado y las intensas lluvias, resintieron la intensidad de la atención, pero los bolsones se están llevando y los asistentes sociales recorren los refugios”, aseguró.

En su opinión, es más conveniente asistir a las familias en centros de evacuados con infraestructura, pero los módulos se hacen porque la gente quiere estar cerca de sus casas para que no los roben. También precisó que el municipio invirtió $ 40 millones en la emergencia hídrica y que hay un plantel de 50 asistentes sociales, a los que se suman unas 150 personas de otras áreas (Adultos Mayores, Discapacidad, Mujer) para colaborar con la asistencia a las familias evacuadas.

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