sábado, 7 de noviembre de 2015

Matías Alé: ¿delirio místico o posesión demoníaca?

El actor y su entorno viven una pesadilla que se reproduce minuto a minuto, en una suerte de cadena nacional de chimentos para el espanto. Mientras, sigue internado en una clínica de salud mental. ¿Tuvo un brote psicótico o es víctima de la influencia o entidades malignas? Un sacerdote y un psiquiatra santafesinos, proponen una mirada experta, prudente y respetuosa del mediático caso.

La difusión de imágenes tomadas en la clínica, y en plena crisis, que se hicieron virales requirieron ahora intervención judicial.

Matías Alé está internado en una clínica psiquiátrica luego de haber experimentado, presuntamente, un brote psicótico acompañado de alucinaciones y delirios de tipo místico.

Antes y mientras tanto, los programas del espectáculo montaron un circo –penoso por el nivel de exposición de un hecho tan íntimo y doloroso, aunque nada nuevo para sus protagonistas–, del que hoy es muy difícil discernir lo real de lo imaginario.

Al margen de ese dato, hay otros que sobresalen e invitan a reflexionar sobre la naturaleza del problema de salud que afectaría a Alé, desde una mirada amplia, por la complejidad de cuestiones que aparecen mencionadas: presuntos problemas psiquiátricos ligados a otros –también presuntos– de tipo espiritual: perturbaciones de origen maligno, “sobrenatural”, magia negra, entre otros.

Por eso Diario UNO dialogó con el reconocido psiquiatra santafesino Norberto Roisman y con el padre Gabriel Lauría, asesor arquidiocesano en Santa Fe y viceasesor nacional de la Renovación Carismática Católica, una corriente de la Iglesia más que autorizada para opinar de estos temas.

Para Roisman, sobre la base de la limitada información que tiene a través de lo que circula en los medios, “Alé habría sufrido un brote psicótico, con un delirio de tipo místico”.

“Se trata de un cuadro no muy frecuente, aunque sí muy conocido, estudiado y abordado en psiquiatría”, dijo el profesional y agregó: “No sería la primera vez que atraviesa una perturbación similar. Hubo episodios de violencia, discusiones, que se han ido enmascarando por tratarse de una persona conocida para preservar su imagen. Personalmente, creo que su caso es de una gravedad particular”.

Y analizó Roisman: “Alguna información me desorienta, como el hecho de que tuvo que ser internado por un cuadro febril en la clínica Otamendi. Porque muchas veces, aunque fundamentalmente en personas grandes, la fiebre puede ser desencadenante de delirios y alucinaciones cuando son sujetos predispuestos”.

“De este modo –completó el psiquiatra–, y con lo poco que se sabe, todo indica que habría tenido un brote psicótico con delirios de tipo místico: se lo ha visto rezando, ha hecho reiteradas alusiones a Dios, y circulan comentarios sobre la pertenencia de su novia a una secta, entre otros similares”.

“No es consciente de lo que le pasa”

Sobre el problema de base, Norberto Roisman explicó a grandes rasgos qué afectaría al actor.

“La definición –de libro– describe a la psicosis en sí como una patología severa en donde hay una despersonalización. Es un trastorno de la personalidad sin conciencia de la realidad: no sabe lo que le está pasando. Puede tener ideas delirantes, persecutorias, megalómanas, celotípicas, entre otras. Probablemente él (Alé) ha estado viendo cosas, que pueden ser imágenes religiosas, por las que se sintió perseguido, amenazado e intentó defenderse”, conjeturó.

Y agregó que en un episodio agudo, en situación de brote, “requiere internación, tratamiento farmacológico y, una vez que se logra compensar el cuadro, un abordaje más complejo desde lo farmacológico y con psicoterapia”.

—Por el entorno y como todo se produjo, ¿podría haber alguna influencia no “humana” que exceda lo patológico?

—No es algo que pueda afirmar en relación a Alé y, en general, a cuadros como estos. Por lo que muestra la psiquiatría, por mi convicción y experiencia, este tipo de casos se retrotraen con medicación, o dejan de reproducirse. Por lo tanto es como que quedaría “banalizada” la situación real. Si hubiese una influencia extracorpórea que nos haga pensar en la necesidad de exorcizar, no podemos saberlo. No digo que no pueda existir. Simplemente escapa a mi especialidad. En 32 años de experiencia no he conocido una situación así. Aunque no niego la posibilidad de la existencia del mal.

Consultado luego Roisman si, más allá de su experiencia, hay literatura en el campo que refiere a estos casos, dijo: “Sí. Además, recordemos que la psiquiatría surgió como una terapia para abordar a las «brujas» y a las personas supuestamente influidas por el demonio. Luego fue cobrando mayor cientificidad, rigor y se descubrieron cuestiones orgánicas que explicaron algunas de estas conductas”.

“Volviendo a Alé –diferenció el profesional–, el chico tuvo episodios de violencia, de descontrol, discusiones que fueron registrando los medios durante mucho tiempo. Y todo se habría agudizado a partir de su casamiento. Gracias a Dios, su problema tiene tratamiento y no hay que asustar a la gente. Las internaciones son muy eficaces acompañadas de medicación antipsicótica, que hay mucha y muy buena”.

Separar la paja del trigo

Por su parte, el padre Lauría apeló a un mayor respeto por la intimidad, fundamentalmente en una situación tan dolorosa, y dijo que “si bien este joven es una persona pública por su trabajo y trayectoria, siempre debemos ser cuidadosos de la privacidad”.

—¿Qué opinión le merece lo que le está pasando según lo que los medios muestran (que puede ser exagerado y/o tergiversado)?

—Lo que ha aparecido es bastante general y variado. Se habla desde que tuvo un pico de estrés a que fue víctima de un gualicho. El abanico es demasiado grande para tener una opinión acertada sobre esta situación. Cada una de las personas habla y se expresa desde su propia perspectiva y experiencia, por lo que es muy difícil hacer un análisis objetivo de la realidad que está viviendo. No obstante, a modo general, tenemos que decir que existen prácticas seudorreligiosas (curanderismo, magia, etcétera) que predisponen a sufrir episodios de influencia diabólica. Por eso el cristiano tiene que ser precavido para no dejarse llevar por estas cosas.

—¿Existen cuadros inicialmente considerados como brotes psicóticos o alucinaciones, en los que luego se observa que no es un problema psicológico o psiquiátrico sino el efecto de alguna influencia de tipo maligna?

—En esto debemos ser muy claros. Podríamos decir que se dan tres posibles situaciones: primero, casos en los que el diagnóstico es correcto, tanto en lo espiritual como en lo psicológico. Estos son la gran mayoría de las situaciones y son atendidos y solucionados en los ámbitos propios. Luego, casos en que lo que inicialmente se diagnosticó como problema psicológico y/o psiquiátrico termina siendo un caso de influencia demoníaca o satánica. Por último, lo contrario: Lo diagnosticado como influencia demoníaca termina siendo un problema psicológico y/o psiquiátrico. En cualquiera de ellos, lo más importante es realizar el diagnóstico con la mayor objetividad posible, sin prejuicios religiosos o científicos.

“De esta manera –enfatizó Lauría–se evitan excesos tanto en el ámbito médico («esas cosas no existen») como en el ámbito espiritual («todo es demoníaco»)”

—¿Cómo se puede discernir cuando se trata de algo psiquiátrico y no de una perturbación maligna?

—El aspecto más delicado de estas situaciones es justamente el discernimiento. El sacerdote al cual se acude para consultar por este tipo de casos debe realizar una diligente investigación (estilo de vida de la persona, participación en rituales o prácticas esotéricas, etcétera). Y tendrá en cuenta algunos signos externos tales como: hablar lenguas desconocidas o poder entenderlas en otros, movilizar cosas distantes, manifestar fuerzas por encima de la naturaleza y/o edad de la persona, aversión a las cosas sagradas. Además, siempre es recomendable que la persona realice una consulta psiquiátrica y/o psicológica para poder realizar un adecuado diagnóstico. En todos los casos siempre hay que asegurar un adecuado acompañamiento espiritual para confortar, consolar y aconsejar a las personas.

Para conjurar los temores

—¿Podría contar algún caso?

—El tratamiento de éstos goza del privilegio del “secreto de confesión” por lo que no es aconsejable contarlos para evitar la identificación de las personas; pero sí podemos decir que existen casos, tanto de influencia demoníaca como de posesiones demoníacas y que son bastantes las consultas que recibimos los sacerdotes.

—¿Qué deben hacer las personas para protegerse?

—Lo más importante para cualquier cristiano es tener una sana y real relación con Dios a través de la lectura de la Palabra de Dios (la Biblia), una fervorosa vida sacramental (sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía) y una caridad activa (buscar hacer el bien en todo momento y situación). Este estilo de vida nos aleja de cualquier tipo de prácticas que puedan llevarnos a situaciones de influencia demoníacas.

Mariano Ruiz Clausen

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