sábado, 12 de septiembre de 2015

Pura vocación: un santafesino de 64 años navega a diario para dar clases en una isla

Rubén Ferreyra es un maestro rural que cruza todos los días el río Paraná en su bote para trabajar en El Espinillo. Ayer el educador recibió un reconocimiento del Ministerio de Educación de la Nación.
Un orgullo. Ferreyra (el primero de izquierda a derecha) es muy querido por sus alumnos.
Rubén Ferreyra, un maestro rural santafesino por vocación que eligió durante toda su carrera estar cerca de los alumnos en un aula, para lo cual rechazó trabajar en centros urbanos y que todos los días, a sus 64 años, navega en un bote para cruzar el río Paraná y dar clases a sus alumnos de la isla El Espinillo, fue premiado ayer en el Día del Maestro por el Ministerio de Educación de la Nación.

El docente recibió, junto a otros 23 maestros, la distinción Buenos Educadores de la Argentina de la cartera educativa que busca “destacar la trayectoria y el desempeño de los maestros de todo el país quienes fueron elegidos por las autoridades de sus jurisdicciones en base a su compromiso con la comunidad y con la escuela”.

“No soy más que un maestro que hace su trabajo porque le gusta, soy un privilegiado porque estoy en donde más quiero estar, en un aula, con los chicos y cerca del río”, dijo Ferreyra, quien sostuvo: “Seguiré cumpliendo mi vocación hasta que el Ministerio diga que me tengo que jubilar, mientras tanto pienso estar un par de años más”.

Egresado de la Escuela Normal Superior, Ferreyra inició su trayectoria en la docencia en forma fortuita a los 40 años para dar respuesta a una emergencia en una escuela rural. Comenzó a dar clases por unos días y ya nunca más quiso dejar de ser maestro. Realizó cursos de ascenso y accedió al cargo de director pero nunca ejerció porque “no quería tareas administrativas sino estar en contacto con los chicos”.

Fue así que recaló en una escuela en el pequeño paraje rural de Estación Berreta pero, a partir de la sojización y el corte del ramal ferroviario que la vinculaba con las localidades vecinas en la década del 70, la escuela, que llegó a tener hasta 182 alumnos, fue quedándose sin matrícula hasta que debió cerrar.

Rechazó varias posibilidades de ejercer en centros urbanos hasta que lograron ubicarlo en la Escuela Primaria 1.139 de la Isla El Espinillo, frente a la ciudad de Rosario.

No bien se trasladó a esa escuela, el docente Ferreyra compró un bote para cruzar todos los días a la isla. Lo hace con la maestra jardinera, la única compañera docente en la escuela.

“Somos un poco consejeros de los chicos y de los padres, allí nos conocemos todos, pertenecemos a una misma comunidad. Soy bastante grandecito y si la salud me lo permite aguantar todo este traqueteo de tener que bajar a la estación fluvial, afrontar las distintas condiciones climáticas cuando el río esta agitado. Hay que estar bastante activo para ello”, sostuvo el docente.

Ferreyra apuntó: “Cuando cerró la escuela de estación Berreta, pensé que me había criado al lado del río Paraná y que me estaba haciendo falta estar cerca de él, por eso elegí ir a la escuela de la Isla El Espinillo y aquí me voy a quedar hasta que me retire”.

Contó que en derredor de la escuela “hay construido un barrio con 20 familias desde el año 1948, así se asegura la matrícula” y relató: “Los chicos isleños son muy distintos a los urbanos, tienen otros tiempos y se manejan con valores que nosotros teníamos hace 30 años”.

“No pretendo recibir nada material, me basta con el afecto que a diario recibo de los alumnos y de estar cerca del río”, destacó Ferreyra quien aseguró que “hay chicos que son la séptima generación de isleños, es muy difícil que un alumno salga de la zona de islas y vaya a un centro urbano a seguir estudiando”.

“Soy un maestro como todos los que trabajamos en ámbitos rurales. Nosotros aceptamos el desafío de trabajar en un lugar inhóspito porque consideramos que ese es el lugar que más necesita un educador”, puntualizó

Ferreyra destacó que “el buen docente tiene esa vocación de servicio y hay veces que los educadores necesitan encauzarla y esta es una forma muy linda de hacerlo”.

Precisó que los chicos isleños “son de una humildad absoluta y viven en un contexto de pobreza, pero es una pobreza muy digna, no tienen nada que ver con otros panoramas similares en los centros urbanos”.

Ferreyra y los otros 23 docentes fueron recibidos por el ministro de Educación, Alberto Sileoni, tras haber recorrido el Museo de las Islas Malvinas, mientras que por la tarde se dirigieron al Centro Cultural Kirchner.


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