sábado, 22 de agosto de 2015

CASO BRIZZIO Roma descartó el abuso porque la víctima era mayor

Tras más de cuatro meses de investigación canónica en silencio, la denuncia de abuso sexual contra el ex párroco de la Basílica de Esperanza, Luis Brizzio, tuvo una primera contestación. El martes pasado, la víctima recibió una notificación de parte del Arzobispado de Santa Fe en la que le transmitían el veredicto al que llegó la Congregación para la Doctrina de la Fe de Roma y no lo dejó conforme.
Diario UNO | 
Roma descartó el abuso porque la víctima era mayor
“La respuesta de la Congregación Romana una vez analizadas las actas de la investigación previa y que oportunamente se envió según lo estipulado por el Código de Derecho Canónico, concluye que al producirse el hecho el denunciante era mayor de edad. Por lo tanto, no se trata de un caso de abuso de menores, según lo determinan las Nuevas Normas reservadas a la Congregación para la Doctrina de la Fe”, explica el documento que recibió la víctima y que lleva las firmas del vicario general del Arzobispado, Javier González Grenón, el integrante de la comisión judicial del Arzobispado rosarino, Gabriel V. Monte, y la notaria, Guadalupe Ramírez Micheletti. 
El documento fue revelado por el semanario Edición Uno de la ciudad de Esperanza, que además entrevistó al abogado de la víctima, Carlos Lombardo. El letrado, asesor de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina, consideró que la respuesta que recibió el denunciante “transgrede los más elementales principios y garantías de defensa en juicio reconocidos en la Constitución Nacional y los tratados internacionales de derechos humanos”.
Entre sus argumentos, Lombardo destacó que la respuesta que le llegó a la víctima no adjunta copia, ni transcribe la resolución completa a la que llegó la Congregación de Roma. “Tampoco explica sobre qué pruebas se basaron para llegar a esa conclusión. En el último abuso, la víctima tenía 16 años. Nadie pudo controlar el procedimiento de la investigación”, detalló el abogado. 
Y en la misma línea cuestionó que tampoco se aclaró qué pasó con Brizzio, si es que continúa en el monasterio adonde lo habían designado o si le dieron otro destino.
Este último aspecto es importante, sobre todo porque la respuesta que recibió la víctima no niega que los hechos hayan ocurrido, sino que plantean que ocurrieron cuando la víctima era mayor de edad. En este sentido, Lombardo hizo hincapié en que se puede probar la minoridad de la víctima, al momento de los hechos pero que además, la figura penal del abuso se configura igual, aunque la víctima fuera mayor de edad. 

El caso
A principios del mes de abril, y luego de la explosión mediática del caso, el arzobispo Arancedo indicó que Brizzio estaba en un convento de Buenos Aires: “Hablé con él, no es una sanción penal sino una medida cautelar. Ni bien apareció la denuncia, le dije que no se podía quedar en la parroquia de Esperanza hasta tanto la santa sede resuelva el tema. Está en un convento que no tiene parroquia, ni actividad, ni contactos”, respondió ante la consulta de los medios.
El caso investiga la denuncia de un joven que hoy vive en Rosario contra el presbítero Luis Brizzio (expárroco de Esperanza). Según detalló la víctima, los abusos ocurrieron en 1994, en la ciudad de Gálvez, cuando tenía 16 años. 
En noviembre del año pasado el joven envió una carta al Vaticano contando lo que le había pasado durante su adolescencia, cuando integraba el grupo Acción Católica y participaba de actividades religiosas en la ciudad de Gálvez. En una entrevista con Página 12, el joven contó que en esas misivas, describió cómo Brizzio, quien por entonces tenía 27 años, abusó de él en tres ocasiones.
En aquel entonces, el chico le contó a su padre lo que le había sucedido y este fue directamente a hablar con Storni, quien le recomendó que instara a su hijo a que perdonara lo que había pasado. Veintiún años después, el muchacho vio imágenes de Brizzio dando una misa a niños y adolescentes y sintió que debía hacer algo para evitar una nueva víctima. Así fue que decidió enviar la denuncia al papa Francisco quien ordenó al Arzobispado de Santa Fe que inicie la investigación. 

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