sábado, 27 de diciembre de 2014

ROSARIO Arte, comunicación y oficios en el cierre de los talleres de la Unidad Penal 3

Experiencias de educación no formal se dan cita todo el año. “Participo porque es un lugar para capacitarse y ser responsables, algo que no tenía afuera”, dice uno de los internos.
La Capital | 
Arte, comunicación y oficios en el cierre de los talleres de la Unidad Penal 3

 "Participo en los talleres porque es una forma de aprender un oficio, tomar una responsabilidad y decisiones, algo que no tenía antes", dice Maximiliano, uno de los internos de la Unidad Carcelaria 3, de Zeballos y Riccheri. Con su esposa y un sobrinito matean en el patio interno de la prisión.
Con otros familiares compartieron hace una semana el Tercer Festival de Talleres. En la jornada se pone en común la producción de los espacios en los que trabajan los grupos de música, informática, títeres, radio, periodismo, comunicación, cerámica, filosofía y plástica. También, funcionó una radio en vivo, se realizaron pinturas, presentaron la revista Conexiones, audiovisuales y artesanías.
La esposa de Maximiliano agrega: "Es algo bueno lo de aprender en taller, ayuda mucho. Somos de Zona Oeste, y no siempre se pueden participar en ellos, hay que anotarse, esperar". El joven resalta: "Me queda poco para salir en libertad. Me voy en enero".
Otro espacio. Mauricio Manchado, coordinador del taller de periodismo, indica que este año lograron formar el Centro de Formación y Capacitación "La Bemba del Sur", un colectivo de talleristas que les permite articular las experiencias.
El joven, doctor en ciencias de la comunicación, becario del Conicet y docente de la cátedra Perspectivas Sociofilosóficas de la Escuela de Comunicación Social (UNR), mientras reparte tortas, remarca que "el objetivo es crear un espacio para salir de la lógica del encierro para derribar estereotipos y pensarnos de otra manera".
"En una cárcel funciona un esquema de vulneración de derechos múltiple, pero quienes están acá tienen derecho a producir y acceder a bienes culturales de calidad. No hablamos de beneficios, sino de derechos, que por diversas circunstancias no les llegaron. Debemos aprovechar este tránsito para pensar en esos derechos".
"La lógica es que si acá no fortalecemos los derechos, al salir del lugar seguirá todo igual. Hay una continuidad entre el afuera y el adentro", relata. "La Redonda", como llaman a la prisión, tiene unos 300 internos, es dependiente del Sistema Penitenciario de Santa Fe y posee la Escuela Nº 2.003 Margarita Mazza de Carlés, de unos 120 internos.
"Soy Estupenda". Un banco de plaza y la sombra escasa de un árbol reúnen a un grupo de internos. Entonces, una joven payasa se presenta como "parte del Colectivo de Payasos Autoconvocados". Aclara que su nombre es Estupenda y se sienta con los jóvenes. La reciben como a una amiga y hablan sobre los trámites que deben hacer los familiares para visitarlos.
"Sería bueno que dejen entrar a todos", reclama Estupenda. "A nosotros nos abren tarde los pabellones para venir al patio", dice uno de los internos.
"Los pabellones parecen hornos, nos morimos de calor. Dos ventiladores no alcanza", afirman.También Estupenda se enoja: "Nosotros venimos de onda, pero al Estado no le interesa".
Otro de los muchachos, explica "Tenemos permisos para gozar beneficios transitorios pero una jueza está de licencia y cambian los magistrados, pero no hacen nada".
"Soy delegado de un pabellón y hace un mes hicimos un paro en los talleres y pedimos que un juez se haga cargo de todo", sostiene.
Reinserción. En la Unidad, el Equipo de Acompañamiento para la Reinserción Social (Ears) trabaja con los internos. Natalia Frare, terapista ocupacional, coordina del equipo formado por trabajadores sociales, psicólogos y teparpistas ocupacionales. "Acompañamos a los talleres, pero pertenecemos a la provincia y trabajamos en base a la ley de reclusion penal 24.660.
También asistió a la muestra Claudio Cerbali, subdirector del Ears, que depende del Ministerio de Seguridad. "Hacemos seguimientos de los condenados y evaluamos las instancias del cumplmiento de la pena. Visitamos casas de internos y acompañamos los períodos de libertad condicional, asistida y otras instancias. Tenemos un psiquiatra y abogados".
"La reinserción social es muy difícil de establecer. La ley de ejecución de la pena privativa de la libertad concibe que la persona, con un tratamiento penitenciario, va a tener la posibilidad de cambiar, pero los hechos demuestran otra cosa. Esta no es una cárcel donde se depositan a personas, hay talleres y tareas: limpieza, cocina, albañilería, plomería, y en el taller de capinteria", explica.
"Reciben —agrega— un peculio estímulo (de 102 a 600 pesos), pero no manejan dinero, está en una cuenta y les sirve para compras en la cantina de la prisión (yerba, azúcar, cigarrillos) o en transporte si tienen salidas transitorias".
"La cárcel no garantiza el rescatar a personas de una vida peligrosa. Pero apostamos a la reinserción", indica Cerbali, psicólogo y docente universitario, con 23 años de trabajo en "La Redonda" .
Derechos Humanos. Los internos aprovechan la jornada para consultar sobre sus causas y situación a Daniel Bóccoli, Bárbara Silva y Diego Fernández, del Programa de Derechos Humanos de la provincia,
"El Estado debe garantizar y profundizar la cuestión de los derechos humanos para vivir en paz", indica Bóccoli.
Mientras pasaban los Payasos Autoconvocados, obras teatrales y la cumbia de "La Vanidosa", Machado señala que el sociólogo Emilio De Ipola, detenido durante la última dictadura, "escribió el libro «La Bemba», sobre la resistencia en las cárceles y el rumor (benba). Nosotros buscamos fortalecer la resistencia desde la cultura, desde la construcción de una mirada distinta, salir de la lógica de «estoy en cana porque soy chorro y lo seré toda la vida». Debemos interpelar ese estereotipo", sostiene.

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