sábado, 15 de noviembre de 2014

Santa Fe: UN ACTO PARA DESTACAR- Más allá del deber.

Este jueves, en barrio San Lorenzo, bomberos fueron atacados a balazos. Un policía salió en su defensa y terminó con un escopetazo en el pecho y la cabeza. Luego de pasar por el hospital, a pesar de que estaba convaleciente y ya franco de servicio por las lesiones, persiguió y detuvo a un ladrón que acababa de robar un bar.


Herido y ya franco de servicio, el suboficial Pablo Ramírez se topó con un ladrón, al que persiguió y detuvo en el Parque Garay. Foto: Danilo Chiapello

Joaquín Fidalgo

jfidalgo@ellitoral.com

Pablo Ramírez es suboficial de la policía, tiene 37 años y dos pequeñas hijas. Se desempeña en la Comisaría 28a. Vive en barrio Roma. Vive milagrosamente, porque anoche intentaron asesinarlo “a quemarropa”. El criminal no tuvo éxito debido a los buenos reflejos del uniformado, pero igual terminó con heridas de perdigones de escopeta en la cabeza y un brazo, por las que tuvo que ser asistido en el Hospital Cullen. Luego, fue dado de alta y las autoridades de la Unidad Regional I dispusieron que permanezca franco de servicio para recuperarse de las lesiones. Cuando era llevado a su casa por un compañero, sorprendió a un ladrón, lo persiguió y lo detuvo.

“Anoche, yo patrullaba barrio Barranquitas junto a mi compañero, José Maidana, que gracias a Dios es muy buen conductor. Había pasado ya la medianoche, pero todavía no era la 1 cuando recibimos la primera comunicación en la frecuencia. Habían matado a un chico en barrio San Lorenzo y a los pocos minutos comenzaron a pedir apoyo por los disturbios”, recordó esta mañana Pablo.

“Cuando llegamos a Pasaje Cervantes 4600 -agregó- había una casa en llamas y una dotación de la Agrupación de Bomberos Zapadores trabajaba en el lugar. Me acerqué con mi escopeta para protegerlos y en ese momento pude observar en el fondo del terreno que un joven se asomaba sobre la chapa de una medianera, a siete metros aproximadamente de los bomberos y con un revólver de bajo calibre les efectuaba disparos. Ellos ni siquiera se daban cuenta de lo que pasaba, porque se escuchaban tiros por todos lados. Entonces me apresuré para intervenir, con cartuchos AT (anti tumulto, con municiones de goma). La zona está densamente poblada, las viviendas son precarias y es muy peligroso utilizar el arma reglamentaria. Le disparé varias veces al agresor mientras caminaba hacia donde estaba, pero él salió corriendo por el fondo. La gran sorpresa me la llevé cuando me arrimé a la chapa, porque otro tipo salió de atrás de un gomero. Pude ver cómo levantaba el caño de su escopeta para apuntarme a la cara e instintivamente me agaché para esquivar el tiro”.

Por los incidentes de anoche, esta mañana barrio San Lorenzo se llenó de policías que realizaron distintos procedimientos. Foto: El Litoral

El disparo fue efectuado a muy corta distancia, tal es así que el humo de la combustión “ahogó” al policía. Afortunadamente el grueso de la perdigonada no dio en el blanco, pero algunos plomos sí hicieron impacto. Uno en el brazo, dos en la cabeza y varios en el chaleco balístico, donde también dejaron sus marcas e hicieron saltar el distintivo de la bandera provincial que llevaba el uniforme.

“A pesar de que estaba herido, me dolía todo y quedé aturdido, contesté el fuego hasta que llegó mi compañero para auxiliarme. Me salía mucha sangre de la cabeza y no sabía qué tan grave era la cosa. Entonces me sacaron y Maidana me llevó urgente al Hospital Cullen, donde me hicieron estudios y vieron que mi vida no corría peligro”, relató Ramírez.

Tras realizarle las curaciones necesarias, los médicos dieron de alta al policía. Las autoridades de la Unidad Regional I inmediatamente dispusieron que permanezca franco de servicio y que se recupere de las lesiones en su domicilio. Hacia allí lo llevaba su compañero en el móvil cuando volvió a ocurrir algo inesperado. “Eran aproximadamente las 3 e íbamos por avenida Freyre. Antes de llegar a bulevar Pellegrini, vimos que un grupo de personas que esperaba el colectivo comenzó a hacernos señas. Nos detuvimos y nos señalaron a un muchacho que comenzó a correr al ver el patrullero. Me dolía todo pero no lo dudamos. Lo perseguimos primero con el auto, luego lo corrimos por el Parque Garay y finalmente le dimos alcance. En sus manos tenía una computadora portátil y en los bolsillos dos fajos de billetes de baja denominación, de 5 y 2 pesos. Más de 400 pesos en total. Él mismo reconoció en ese momento que acababa de robar un bar en barrio Candioti. Tenía 20 años y lo trasladamos a la Comisaría 3a”, señaló el suboficial.

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