sábado, 15 de noviembre de 2014

Rosetta: la humanidad no permanecerá atada a la Tierra

¿Acaso la misión Rosseta con su robot Philae no responde a esta búsqueda existencial de trascender el planeta Tierra?

Con particular frase se ve encabezado el monumento fúnebre que rinde homenaje a uno de los padres de la cosmonáutica: Konstantín Tsiolkovsky, uno de los pioneros a la hora de prever la carrera espacial que notó como pocos la extraña obsesión humana de trascender el planeta Tierra.

Por otro lado, la potencia de esta expresión es recuperada por la filósofa alemana Hannah Arendt en el prólogo de su libro "La Condición Humana", al hacer referencia al Sputnik, primer satélite artificial enviado al espacio en 1957 y muestra absoluta, para la autora, de que los seres humanos consideramos nuestro planeta casi como una cárcel; extraña visión si tenemos en cuenta que es este aglomerado de roca y agua el que nos mantiene con vida y posibilita nuestra existencia.

Ahora bien, podemos pensar que esta concepción de la Tierra como jaula de nuestra especie es la que ha movilizado una innumerable cantidad de misiones espaciales que buscaron colonizar desde la Luna hasta el Sistema Solar, pretendiendo extender nuestra mirada hasta los confines del universo.

Pero además podemos encontrar una correlación de este pensamiento en la filosofía antigua, específicamente en Platón quien consideraba que el cuerpo es la cárcel del alma. Salvando las distancias, la fórmula es la misma: aquello que nos posibilita la vida nos quita la libertad urgiéndonos a trascenderlo, ir más allá.

Sin embargo, es posible señalar otro dilema existencial alrededor de estos proyectos espaciales: la ausencia de certezas sobre nuestro origen. Explorar los límites y demostrar el poderío humano han sido motores de la mayoría de los emprendimientos científicos, pero la necesidad de saber y conocer por qué estamos acá, por qué somos cuando pudimos no haber sido es lo que nos inflama el pecho, lo que nos viene quitando el sueño desde hace miles de años.

Así, cuando se presenta a la sonda Rosetta y su búsqueda de colocar un robot en el cometa 67P se explica que se ha elegido esta "roca flotante" para realizarle todo tipo de experimentos ya que por su posición dentro del Sistema Solar no ha sufrido demasiadas modificaciones con el tiempo por lo que permanece casi intacta desde el momento de su origen hace miles de años. Por ende, conociendo sus secretos, podremos estar más cerca de saber cómo se formó este sistema (los cometas son "residuos" de explosiones milenarias). A su vez, como hay teorías que indican la posibilidad de que la vida en el planeta se haya originado merced a un cuerpo celeste que impactó y depositó microorganismos "extraterrestres", también se tiene la esperanza de conocer más sobre "los comienzos de la humanidad".

Llama la atención cómo se suele caracterizar a diferentes misiones científicas para que con unas pocas palabras se de cuenta de su espíritu: "Rosetta" se llama la piedra que permitió descifrar el enigma de los jeroglíficos egipcios; ahora necesitamos que una vez más resuelva una incógnita: nuestra existencia.

Así entonces notamos que aún con el paso del tiempo y los avances tecnológicos que nos asombran día a día, la angustia por no poder trascender nuestro lugar y por desconocer los orígenes de nuestra existencia nos sigue embargando y, al mismo tiempo, movilizando. Es que nos parece absurdo que esto que nos es tan propio como el hecho de ser conlleve incógnitas tan profundas e irresolubles, ya que nos vemos inmersos en una paradoja infame en donde nos sentimos con la potencialidad de conocer todo lo que está por fuera, pero no somos capaces de saber lo que nos ha originado. Nos preguntamos y nos repreguntamos topándonos siempre ante lo mismo: la incertidumbre, la Nada.

De esta manera nos queda posar nuestra visión en el cielo, esperando una respuesta, deseando saber si desde allí hemos venido e intentando encontrar la manera de volver. La Tierra nos ha quedado pequeña, necesitamos salir de ella porque nos muestra nuestras fronteras y si hay algo que como seres humanos no hemos tolerado son las limitaciones. Tal vez esta intolerancia sea el mejor motor para "desatarnos" de ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario