sábado, 24 de mayo de 2014

Colón: alegrías, pasión y penurias

Redacción El Litoral

Su nacimiento fue humilde, en el “campito”, cerquita de donde ahora se levanta el Parque Sur. Cuenta la historia que le pusieron el nombre Colón porque justamente uno de los chicos que fundó el club estaba estudiando el viaje del conquistador y sus carabelas. Y que la forma de la camiseta se debió a que no había suficiente tela para hacerlas de un solo color y hubo que utilizar el rojo y el negro en mitades.

Este es uno de los hitos más importantes de la historia deportiva sabalera. Un club fundado en 1905, que empezó a competir en el profesionalismo en 1948, que un par de años antes pudo construir su actual emplazamiento en pleno barrio Centenario, inaugurando su estadio un 19 de julio de 1946 luego de haber dejado su anterior emplazamiento en Moreno y Bv. Zavalla. El 31 de mayo del año siguiente, en 1947, el club recibió la confirmación de que ingresaba en los registros de Afa y ese año, el 7 de diciembre, recibió la visita de Eva Perón, que fue clave para la construcción de la cancha.

Luego de varios años militando en el duro torneo de Segunda División, con algunas campañas que estuvieron muy cerca del éxito -como la de 1954- le tocó en 1960 el sabor amargo del descenso a la tercera categoría.

Castigado en varias oportunidades, incluso por factores naturales que dañaron seriamente y en más de una ocasión a su estadio, le tocó disfrutar del éxito en 1965, cuando logró el primer ascenso, no sin antes derrotar al Santos de Pelé en el barrio Centenario, en una de las inolvidables victorias que le pusieron el mote de Cenenterio de los Elefantes a su estadio y que recientemente se recordaron los 50 años de ese partido histórico e inolvidable, con el gol de cabeza del siempre recordado Ploto Gómez.

Colón tuvo enormes equipos en la década del 70, algunos de ellos inolvidables como el de 1974 y 1975. Baley; Araoz, Villaverde, Trossero y Fernández; Mazo, Zimmermann, Cococho Alvarez, Carlitos López, Coscia, Saldaño, Brítez, la vuelta posteriormente de la Chiva Di Meola después de su paso por River, el mediocampo de lujo con Villarruel, Roldán y la Chiva, el Gato Andrada en el arco, los tiros libres de Aricó, los goles de cabeza de José Artemio Luñiz, la aparición de Pedrito Pasculli y del Chavo Comas, entre otros.

En 1981 descendió y penó durante casi 15 años en la B, formando algunos buenos planteles que nunca pudieron satisfacer las ilusiones. En ese segmento no se puede obviar una jornada inolvidable aunque triste: la del 26 de junio de 1993, cuando 20.000 sabaleros fueron a Córdoba en la movilización más espectacular de todos los tiempos para asistir a esa definición por penales infartante ante Banfield. Hasta que en 1994 se pudo armar un equipo muy competitivo que lo llevó al club a jugar nuevamente en la máxima categoría. De la mano de José Vignatti en la presidencia, con Nelson Chabay en la conducción técnica y 11 hombres que se recitaban casi de memoria: Vivaldo o Leo Díaz; Ibarra, Ameli, Kobistyj y Unali; Javier López, Kuzemka, Solbes y Gabriel González; Uliambre y Gambier, con el Tuca Risso entrando y metiéndola siempre.

Un par de años más tarde llegó el momento más importante, cuando el equipo que dirigía Pancho Ferraro peleó el campeonato, salió segundo un 12 de agosto de 1997 y se clasificó para jugar por primera vez una copa internacional. Fue la Conmebol, pero un año más tarde, de la mano del profesor Daniel Córdoba se dio el gusto de disputar la Libertadores, con una dignísima eliminación en cuartos de final. Pero para jugar esa Libertadores, antes hubo que jugar otra “final”, seguramente menos estresante que esta: la del 2 de diciembre de 1997 ante Independiente y el gol de Saralegui que le dio a los sabaleros la clasificación, nada menos que dejando afuera al Rey de Copas.

Hubo momentos de mucha alegría (el 30 de abril de 1998 y los penales atajados por Burtovoy ante Olimpia que le dieron la clasificación a Colón para cuartos de final de la Libertadores en el mismísimo Defensores del Chaco) y otros con complicaciones, como cuando tuvo que jugar un partido casi decisivo ante Racing en 2008, con aquel recordado gol de Rivarola. Más copas internacionales y nombres que se inscribieron en el corazón del hincha, como el Bichi Fuertes, goleador histórico y el jugador que más veces se puso la camiseta de Colón como jugador profesional.

El estadio se transformó en uno de los mejores del interior del país y fue sede de dos partidos de la selección por la Copa América. Es un motivo de orgullo para todos los sabaleros, con una capacidad para casi 40.000 personas y que fue creciendo a medida que llegaron los buenos resultados deportivos y la continuidad en Primera.

Dirigentes, hinchas, jugadores, entrenadores y el apoyo siempre presente de la gente, históricamente acostumbradas desde aquellos aciagos años del ascenso, a sufrimientos, postergaciones y penurias deportivas, como ocurrió en estos últimos tiempos, en donde se sumaron la crisis institucional con una comisión directiva que se fue desgastada y en medio de acuciantes problemas económicos, dejando una situación deportiva casi terminal. Colón fue creciendo a través del tiempo y seguramente continuará haciéndolo, con mucha fidelidad a ese corazón sabalero que nunca dejará de palpitar y latir por los colores rojo y negro.

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