viernes, 14 de febrero de 2014

ROSARIO. Los robos y frecuentes tiroteos obligaron a cerrar un dispensario

A una cuadra de allí, una nena de 5 años murió de un balazo por un enfrentamiento entre bandas. Es en barrio Tiro Suizo y los 18 profesionales que atendían en el lugar optaron por no ir más. El centro de salud había sido inaugurado en 2010 para descomprimir de pacientes al Sáenz Peña.
.La Capital | 
Los robos y frecuentes tiroteos obligaron a cerrar un dispensario

 Ayer al mediodía sólo tres chicos jóvenes permanecían sentados en el piso y apoyados sobre el paredón del Centro de Salud 20 de Junio (Flammarion al 5100), a una cuadra de donde el 21 de enero pasado un tiroteo cruzado mató a una nena de 5 años. Poco después, otra balacera dejó su huella en el propio frente del dispensario. Por eso desde hace unos diez días el lugar está cerrado y tras las rejas se ven un montón de cartelitos que indican dónde atienden ahora los médicos que trabajaban allí hasta que el miedo los hizo emigrar, al menos por un tiempo. Algunos ya advirtieron que no volverán, otros lo harán si las condiciones de seguridad mejoran en el barrio y mientras tanto Salud Pública les alquilará un local cercano, con más resguardo. Los vecinos claman por la reapertura y dicen algo que, sin demasiadas vueltas, suena a reproche: "Los médicos se lavaron las manos y desaparecieron".
El centro de salud, un edificio de 450 metros cuadrados inaugurado en abril del 2010 a instancias de los propios vecinos, que lo votaron en el Presupuesto Participativo, se levanta en el extremo sudoeste de Tiro Suizo, a metros de las vías del Mitre. Allí viven en condiciones precarias, según un relevamiento del Servicio Público de la Vivienda, al menos unas 300 familias.
Cuando abrió sus puertas, el dispensario —de gestión municipal, pero construido por la provincia— se pensaba como un espacio que ayudaría a "descomprimir" los efectores de mayor complejidad y beneficiaría a una población de diez mil personas.
Por eso impacta mucho ahora, tres años y medio después, que el deterioro del tejido social y la extensión del delito hayan acorralado tanto al equipo sanitario del centro como para decidirlos a cerrarlo. Por más temporariamente que sea y por mucho que se comprendan las razones.
Efecto traumático. El secretario de Salud del municipio, Leonardo Caruana, reconoció que el equipo que trabaja en el 20 de Junio —unos 18, entre médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, administrativos y farmacéutico— "quedó en una situación muy difícil" tras la muerte de Melanie Desiré Navarro, la nena de 5 años que fue víctima de un balazo en la cabeza mientras jugaba en la calle con otros chicos, a una cuadra del centro de salud.
La crónica policial habló entonces de "enfrentamiento entre bandas". Pero el asesinato de la chiquita fue apenas el episodio más dramático de una serie de ataques a tiros que causaron otros dos heridos en un radio de pocas cuadras.
Tampoco fue ese el último incidente. De hecho, unos días después otra balacera, presunto coletazo de la anterior, tuvo al propio centro de salud como telón, aunque un grupo de jóvenes apostados ante su puerta habría sido el verdadero blanco.
Y ese tiroteo, sumado a frecuentes robos y arrebatos, habría sido la gota que colmó el vaso. "Generó mucho, mucho temor en el equipo, que entonces se reunió con la dirección del centro y resolvió alejarse transitoriamente del lugar", explicó Caruana.
Para resguardar la atención sanitaria en el vecindario, dijo el funcionario, se barajaron alternativas. Algunos médicos se mudaron al Roque Sáenz Peña, a 9 cuadras. Durante las mañanas, con custodia policial, unos pocos coordinadores del área de Salud abren el centro para cubrir las demandas críticas o prioritarias. Y en un par de días ofrecerán un espacio cercano para que los profesionales que quieran permanecer en el equipo o sumarse a él puedan hacerlo desde allí. Porque ya se sabe que al menos varios pedirán su traslado a otras dependencias.
Mientras tanto, sostuvo Caruana, se iniciaron obras de "refacción y mejora" en el dispensario.
Pero la problemática del personal de Salud es sólo una de las caras del problema. La otra, de proporción incomparable, es la que padece el propio barrio. Humilde, con miedo y hasta rencoroso por el "abandono" que sufre y que ahora se materializa, también, en el cierre provisorio del centro sanitario.
La gente que se acercó a hablar con La Capital, la mayoría mujeres rodeadas de sus chicos y algunos pocos jóvenes, mostraron desconcierto y rencor.
¿Y ahora? "¿Qué hacemos con los pibitos que todo el tiempo se clavan cosas por andar en patas?". "Nos dicen que vayamos al Roque, pero los pobres no tenemos cómo movernos". "Los médicos se lavaron las manos y desaparecieron, nosotros nos quedamos". "Tengo un hermano discapacitado que se atiende acá. ¿Adónde va a ir ahora?". "Si son médicos tienen que estar para atender a la gente. Si no, ¿para qué estudiaron?". "Se fueron porque se asustaron, pero acá hay broncas como en todo lados". "Llevé a mi beba con fiebre al Roque y me dijeron que la hiciera atender en el centro de salud de mi barrio". "Queremos que el centro reabra y con los mismos médicos".
Esas fueron sólo algunas de las opiniones que se escucharon en el barrio, porque también circularon reproches hacia los que "pudren todo" a balazos. Los llamaron "rastreros", dijeron que proceden "del otro lado de la vía", que son "una banda de Las Delicias".
En voz baja, alguno se animó a mirar para adentro y mencionó un búnker del propio barrio como la "madre del borrego".
Caruana admitió estar estar "ante una situación muy compleja", en la que están interviniendo distintas reparticiones provinciales y municipales, y garantizó la "atención sanitaria".
La paradoja es que ante esa realidad social tan límite, la respuesta impotente del Estado por estos días en el barrio haya sido, nada menos, que un centro de salud cerrado.
Custodiados por la guardia rural
Los vecinos del centro de salud 20 de Junio relataron que desde hace unos días, a distintas horas, se estacionan ante el edificio sanitario varias camionetas de Los Pumas, la guardia rural de la policía santafesina. Según explicó el secretario de Salud municipal, Leonardo Caruana, el Ministerio de Seguridad provincial está tomando cartas en el asunto con "intervenciones específicas" en el barrio, donde la inseguridad es moneda corriente.

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