sábado, 4 de enero de 2014

TRAS EL RESULTADO DE PISA, OPINAN DOCENTES DE SECUNDARIA-Escribir y comprender textos, lo que más cuesta en Lengua

Profesores enumeran cuáles son las dificultades que tienen los estudiantes de nivel medio en esa materia. Trazan un diagnóstico en base a su experiencia profesional y plantean las posibles causas.

El Litoral
“Muchos adolescentes tienen inseguridad a la hora de escribir: hacen textos demasiados cortos, muy sintéticos, no terminan de cerrar una idea, no hay claridad”, señala una profesora de Lengua

En el informe Pisa, los alumnos argentinos de 15 años no salieron bien posicionados en comprensión lectora, que es una capacidad básica en cuanto a aprendizaje. Profesores de Lengua y Literatura consultados por El Litoral dijeron que los estudiantes “leen poco”, “traen dificultades desde la escuela primaria”, “les cuesta mucho desarrollar una idea por escrito”, “no comprenden textos complejos” y “hasta tienen dificultades en la oralidad”.
El nivel 2 de la evaluación Pisa en capacidades de comprensión lectora es el umbral mínimo que los responsables de la prueba consideran necesario para poder desarrollar un futuro laboral con éxito. En el año 2000, el 44% de los alumnos argentinos estaba por debajo de este nivel. En el 2009, esta proporción había aumentado al 52% y en el año 2012 llegó al 54%. “Es decir, en los últimos doce años aumentó considerablemente la proporción de jóvenes que no entienden lo que leen”, señala el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), al hacer un análisis de los resultados de Pisa en el área de Lengua.
Si bien ninguna prueba por sí sola puede sintetizar la multiplicidad de factores que hacen a la formación de una persona, Pisa da una pista del desempeño educativo de los distintos países. “En la secundaria recibimos a chicos que tienen muchos problemas de escritura y de oralidad. No solamente les cuesta hablar, sino que hasta les cuesta leer en voz alta, tienen mucha vergüenza y miedo a la reprobación de los compañeros, más que del propio profesor; y vienen con muy poca formación desde la escuela primaria”, considera Fernando Pessina, docente de Lengua de un secundario público céntrico.
El profesor se encuentra con adolescentes de 15 años que tienen que empezar a trabajar la acentuación o que deben aprender a silabear. “Son reglas básicas que ya tendrían que estar aprendidas años atrás”, dice.
“Salvo pocas excepciones con lecturas comerciales que están de moda, es muy difícil encontrar a un chico que lea por su cuenta”, advierte Pessina. Además, asegura que entre los adolescentes se perdió completamente el hábito de ir a buscar en el diccionario, aún teniendo Internet a la mano. “Cuando encuentran una palabra que no saben, simplemente avanzan con el texto, lo cual dificulta claramente la capacidad de comprensión. Tampoco quieren volver a leer un texto para responder las consignas de interpretación, así que se quedan con la primera lectura que hacemos en clase y tratan de transcribir lo residual”, grafica el docente.
Escribir, lo más difícil
La profesora Virginia Ferrero opina, desde su experiencia, que la mayor dificultad que presentan los alumnos está en la escritura. “Trato de ejercitar mucho esa parte, porque los chicos no tienen seguridad al expresar una idea por escrito”, aduce. Para la docente no es solamente una cuestión de falta de vocabulario. “Es mucha la inseguridad que tienen a la hora de escribir: hacen textos demasiados cortos, muy sintéticos, no terminan de cerrar una idea, no hay claridad. Cuando uno les pide explayarse más o dar un ejemplo de algo, ahí se ven patentes las dificultades de abstracción”, detalla.
Ferrero señala que pueden ser varios los factores que inciden en este problema: “A lo mejor hay una falta de ejercitación, porque en el caso de la escritura es un pensamiento complejo que lleva su tiempo desarrollar. Hay chicos que se bloquean de entrada y no pueden avanzar de la hoja en blanco. Ves una diferencia muy grande entre los alumnos que sí manejan la escritura porque ésta forma parte de su vida cotidiana, de aquellos que no. Los que siempre fueron estimulados en sus casas, resuelven problemas y situaciones, y si no saben, igual lo intentan”, fundamenta.
Otra docente de Lengua, Carolina Savoré, considera que las dificultades vienen desde la escuela primaria y se arrastran hasta el secundario. “Los chicos no tienen comprensión de texto, porque no está desarrollado desde el nivel básico. Tengo alumnos de 2do. año que por ahí no saben poner un punto o una coma. Por eso no podemos trabajar con textos más complejos, tenemos que trabajar con textos sencillos”, indica.
“No sé si flexibilizamos contenidos en el secundario -responde ante una pregunta-, lo que puedo decir es que tratamos de trabajar con lo que tenemos. A veces, hay cursos con muchos problemas de conducta y tenemos que trabajar en base a eso”.
Entre el olvido y la farsa
Pessina retoma a un teórico importante del aprendizaje, David Perkins, y su noción de Escuela Inteligente para intentar explicar lo que está en la base del problema. “Perkins habla del conocimiento olvidado y del conocimiento ritual. El conocimiento olvidado es aquel que los chicos aprenden en la primaria, pero luego se olvidan: por ejemplo, a tildar las palabras. Y el conocimiento ritual se refiere a que aprenden una pequeña farsa para presentarle al docente de turno y aprobar un examen, pero después, al no haber racionalizado e interiorizado ese concepto, no lo pueden hacer propio y les cuesta llevarlo afuera de la institución. Esto en el secundario se reproduce”, advierte.
Si bien coincide con que muchas falencias se traen desde la escuela primaria, para Pessina “sería injusto achacarle todo” a ese nivel de escolaridad, porque las primarias reciben alumnos con muchas carencias ya desde las familias. “La escuela viene supliendo parte de estas falencias y ése es el gran problema. Al empezar a abarcar otro tipo de tareas de contención social, las escuelas empiezan a perder la cuestión académica, que es lo que está evaluando Pisa. Lo cual nos lleva al corazón del problema: las políticas de Estado”, deja planteado el profesor, como consigna a reflexionar.
Una prueba sola no alcanza
Hay actores del sistema educativo que sostienen que los rankings no dan cuenta de los avances reales en educación y que hay cuestiones que la prueba Pisa no mide, como por ejemplo las habilidades no cognitivas, la transmisión de valores, la formación ciudadana que ofrece la escuela.
Al respecto, el profesor de Lengua, Fernando Pessina, opina que “la educación siempre es producto de una situación integral; no se la puede ver como un elemento aislado y en términos de que un alumno es exitoso o fracasado por un examen. Además, en el caso de la comprensión de texto, que es lo que mide Pisa, se está evaluando una capacidad, no un conocimiento específico”, aclara.
La docente Carolina Savoré, por su parte, sostiene que una evaluación no alcanza a medir los aprendizajes de los alumnos. “Los resultados de Pisa me parecen contradictorios porque dicen que hemos mejorado a nivel de ciencia. No entiendo cómo un chico puede entender ciencia si no tiene comprensión de textos”, cuestiona.
Finalmente, la profesora Virginia Ferrero señala que “a lo mejor Pisa no llega a dar cuenta de toda la realidad, pero sí es un signo de que algo no anda bien en la educación argentina”.

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