viernes, 17 de enero de 2014

SANTA FE: Vacaciones con amigos: miedos, dudas y responsabilidad familiar

Cada vez son más los adolescentes que viajan sin sus padres. Cómo saber cuál es el momento adecuado para dejarlos emprender esa aventura y cuáles son las medidas que se deben considerar.
DIARIO UNO
Desde muy jóvenes. Los chicos viajan en grupos de entre cuatro y 10 amigos, aunque en algunos casos superan esa cifra.DESDE MUY JÓVENES. LOS CHICOS VIAJAN EN GRUPOS DE ENTRE CUATRO Y 10 AMIGOS, AUNQUE EN ALGUNOS CASOS SUPERAN ESA CIFRA.
Cada vez más jóvenes organizan para pasar las vacaciones con sus amigos y sin sus padres. Desde que cursan los últimos años del secundario muchos adolescentes empiezan a pensar en propuestas diferentes para el período de descanso. Y los destinos turísticos de la costa atlántica están cada vez más preparados para recibirlos. Pero ¿cuándo es el momento de dejar que los hijos viajen sin supervisión adulta? ¿Qué puede pasar en las localidades en las que se concentran muchos adolescentes y pocos adultos? Dos especialistas analizan las opciones.


Ya sea alquilando un departamento en Villa Gesell o San Bernardo, durmiendo en una carpa en Gualeguaychú o parando en una posada brasileña, queda claro que la tendencia de muchos adolescentes es viajar junto a sus amigos.


De hecho muchas ciudades se han percatado de esa situación y todos los años suman nuevas propuestas para atraer a los jóvenes. Boliches, paradores y recitales especiales son algunas de las propuestas por las cuales los destinos son elegidos.


Si bien la propuesta parece más que tentadora, todos los años se conocen casos en los que grupos de chicos pelean y alguno termina lastimado o peor. También suelen difundirse informes sobre la cantidad de alcohol que los jóvenes consumen y sobre algunas tendencias peligrosas para la salud durante “la previa” –cuando esperan para que sea el momento de entrar al boliche.


“Hay que pensar en la comunidad de cada lugar donde los adolescentes pasan sus vacaciones. Porque aunque éstas implican para todos una situación diferente a otras etapas del año por múltiples razones, seguimos siendo parte de una sociedad donde los adultos tenemos responsabilidades respecto de los menores. Y no digo menores en el sentido de la edad definida legalmente, sino menores en el sentido de que son aquellos que aún requieren cierto acompañamiento. Ese acompañamiento nos corresponde desde roles familiares, pero también colectivos, como comunidad”, evaluó María Angélica Marmet, psicóloga social, en diálogo con el matutino de Santa Fe.


Y agregó: “Por eso se debe tener en cuenta el sentido mismo de las vacaciones. Signadas por un tiempo sin tareas significadas como obligatoriedad, dependencia, rutina, etcétera. Las vacaciones son un tiempo donde la tarea es la diversión, es el compartir con otros desde un aspecto que ahora aparece como principal: la vivencia de lo placentero por sobre toda exigencia. Y deberíamos agregar como aspecto principal en el caso que hablamos, que este primer viaje o tiempo sin los padres es una necesidad de viaje o tiempo sin la mirada de los adultos, sin el control que eso significa”.


Frente a eso, muchas familias se preguntan si sus hijos están o no preparados para enfrentar el desafío y la responsabilidad que implica viajar sin supervisión.


La especialista en educación Nancy Francalanza se refirió al tema en diálogo con Diario UNO y expresó que es necesario tener en cuenta las características de cada chico, y no sólo su edad cronológica, para evaluar si está preparado para viajar solo.


“La idea es que no sea un tema de conflictividad en la familia sino que todo se dé bajo el vínculo construido en la confianza que permita a los chicos viajar y a los padres lograr un poco de tranquilidad”, resaltó.


Listos o no
Consultada sobre cuáles son las señales que marcan que un chico está preparado para dar ese paso, Francalanza marcó que no se trata de un solo punto, es algo que se tiene que evaluar por todo lo vivido. “Va más allá de la edad cronológica. Sino que tiene que ver con una madurez emocional, con actitudes positivas hacia la vida, al cuidado de sí mismo, al respeto del otro y, fundamentalmente, a tener proyectos de vida que lo lleven a disfrutar el viaje saludablemente”, indicó y agregó: “La idea es que la familia pueda confiar”.


Entre los puntos que deben dar confianza a los padres destacó que se debe evaluar la buena autoestima del joven y las responsabilidades que asumen en el día a día. Además marcó que es muy importante generar los lazos necesarios para que los adolescentes sientan que siempre existe la posibilidad de, incluso a la distancia, pedir ayuda a sus padres si así lo requieren.


“Eso ocurre cuando se han construido vínculos de confianza previos al viaje. Son lazos que se van formando en la cotidianeidad y que permitirán, luego, partir hacia un viaje donde se pueden conectar con el placer los chicos pero también los padres, a partir de ver el propio crecimiento de los hijos”, detalló.


A su turno, Marmet coincidió con las apreciaciones y se refirió, en particular, a los temores que surgen cuando se da ese paso. “Los miedos no son sólo de los padres, aunque éstos sean los que más los expresen. También los adolescentes tiene temores y como son los que se enfrentarán dominantemente a situaciones nuevas, necesitan sentirse lo más seguros posibles”, dijo y siguió: “Entonces es necesario recorrer un camino que vaya transformando esos miedos en seguridades. Ese camino requiere del diálogo y de una planificación lo más ajustada posible respecto del dónde, con quiénes y con cuánto, entre otros puntos, que deberán hacer los padres y sus hijos e hijas”.


Respecto a qué indicadores se pueden tener en cuenta al momentos de evaluar si los jóvenes están listos para dar ese pasó, señaló como ejemplo “la capacidad para cumplir acuerdos, lo que también indica el grado de madurez alcanzado. Durante todo el año se van realizando acuerdos (sobre los horarios, sobre los lugares, sobre distintos aspectos de sus conductas) y es importante apelar a esa experiencia para conocer qué capacidad tienen nuestros hijos de respetarlos, de reconocer que en el acuerdo hay un compromiso con otro, hay una cooperación respecto a alguna situación en la que está implicado. Y es particularmente importante apelar a esas experiencias para conocer el grado de responsabilidad sobre el autocuidado y el cuidado de los otros que han podido desarrollar”.


El riesgo de la violencia
La semana pasada, Diario UNO realizó un relevamiento en las agencias de turismo, donde se indicaba que los chicos prefieren la costa argentina para vacaciones y que, en general, lo hacen en grupos de cuatro a 10 personas. Aunque hay casos en los que son todavía más.


Sucede que cuando los jóvenes no están preparados para enfrentar ese paso, o bien no cuentan con las herramientas emocionales para lidiar con los obstáculos que puedan encontrar, pueden darse situaciones de violencia.


Eso se ha visto, años anteriores, cuando los destinos turísticos se volvieron noticia por fuertes peleas a la salida de los boliches o en distintas playas donde se concentraba una gran cantidad de jóvenes.
Para Francalanza, esa situación es parte de lo que cotidianamente se ve en las escuelas y en otras instituciones de la sociedad. “Eso tiene que ver con qué estabilidad emocional tienen los chicos y cómo son sus grupos de amigos. Por eso los padres tienen que estar atentos a qué tipo de amistades van construyendo y cómo eso repercute en su personalidad”, reiteró la especialista y añadió: “Eso es central para que los chicos no partan de viaje con pares que pueden ser hostigadores. Los casos de violencia que estamos viendo en los viajes no tiene que ver sólo con que viajen sino con las construcciones que se van haciendo con los pares”.


En ese sentido, insistió con que la violencia es social y, durante el período de clases, repercute en las escuelas pero que también se hace evidente en otros espacios donde los niños, niñas y jóvenes comparten con sus pares. Por lo tanto, no debe sorprender que se haga visible también en los lugares de vacaciones.


“El clima de la violencia social irrumpe y atraviesa el tema de las vacaciones. Pero no es que las vacaciones promueven la violencia sino que sucede lo mismo que en la escuela, en los clubes y en otros lugares donde los chicos están. El bullying no es sólo un tema que debe tratar la escuela porque se da en distintos tipos de instituciones. La violencia social atraviesa todo y entra en la escuela”, detalló.

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