sábado, 18 de enero de 2014

"ANIMALES EXCEPCIONALES Y VALIOSOS, BIEN ALIMENTADOS Y CUIDADOS"-De caballos, jineteadas y supuestos malos tratos

El Litoral

A los 71 años de edad, habiéndome caído del caballo por primera vez -según me contaron- a los tres años, y habiendo vivido todo ese largo período con los caballos, en los caballos o cerca de los caballos, creo conocerlos bien. Y por lo tanto me siento autorizado a opinar sobre una ignorante y sensiblera vertiente de opinión pública que, en nombre del amor por los animales, pretende eliminar los deportes ecuestres, en particular aquellos que son espectaculares y tradicionales en la Argentina, como la jineteada en sus distintas expresiones.
En primer término, hay que señalar que, más allá de pertenecer a la cultura gauchesca como deporte de destreza, hoy la jineteada es un concurso deportivo y un espectáculo altamente profesional, para organizadores y tropilleros, que les brinda a jóvenes jinetes la oportunidad de lucirse arriba del caballo y conseguir premios de distinto calibre. Quien quiera adjudicar a esta actividad una característica de violencia salvaje, en realidad ignora lo que realmente ocurre dentro y fuera de la pista de jineteada.
Se debe señalar que los caballos que participan en estos espectáculos son animales excepcionales que integran un muy pequeño porcentaje del parque caballar. Por ese motivo, son económicamente valiosos y por consiguiente, bien cuidados. Es que son actores principales de este deporte-espectáculo que se desarrolla en todo el país con distintos grados de jerarquía.
Al ser caballos excepcionales y valiosos, sus propietarios -los tropilleros- se esmeran en mantenerlos bien alimentados y cuidados, incluso con la asistencia de profesionales veterinarios. Dentro del cuidado, es importante el que se produce cotidianamente fuera de la pista de jineteada, mediante el vareo y distintos ejercicios orientados a lograr su mejor condición física.
Hay que destacar que, por ser un animal muy inteligente, que aprende fácil y rápido, cuando es sometido a rigores, el caballo distingue enseguida cuáles acciones resultan castigos y cuáles no. En consecuencia en el proceso de doma, si bien en los primeros galopes hay muchos que corcovean, cuando reconocen o asocian determinados movimientos con algunos chirlos, rápidamente dejan de hacerlos. Pero siempre hay algunos, muy pocos, que insisten, que no se entregan. Son los que reciben la denominación de reservados, algunos de los cuales terminan en alguna tropilla de jineteada.
No obstante, el caballo de jineteada también se amansa, y cuando eso ocurre pierde su valor. Por esta razón, los tropilleros y los organizadores de jineteadas, procuran que éstas sean lo menos violentas que se pueda a fin de que los caballos no se acobarden. Ése es el motivo de la limitación del tiempo de la jineteada a 16 segundos, lapso en el que se produce la mayor explosión del caballo. Y no hace falta puntualizar que luego de semejante liberación de energía, el ritmo del corcoveo tiende a disminuir. Por otra parte, es importante señalar que las espuelas que se usan son romas, sin estrellas con púas en las rodajas, a fin de que los animales no sean lastimados. El rebenque, a su vez, es muy liviano y una zotera que no hace daño.
Si comparamos estas características de la jineteada con otras actividades ecuestres, probablemente acordemos que, siendo la más espectacular, es una de las más benignas para el caballo. Ello no obsta de que puedan producirse accidentes que ocasionalmente deriven en la quebradura o la muerte de algún caballo. Pero otro tanto ocurre en el terreno de los deportes y competencias humanas.
Si de compasividad se trata, creo que los preocupados por la suerte de los caballos en lo que a malos tratos concierne, deberían primero mirar ciertas actividades muy cercanas y cotidianas -como la tracción de carros para el cirujeo y el pisado de barros en las ladrillerías- en las que los caballos son habitualmente mal alimentados y mal tratados.
No hace falta ser un veterinario o un entendido para darse cuenta de su mal estado, mientras que los malos tratos están a la vista en calles y caminos de la ciudad. Por si fuera poco, muchos de estos animales tienen problemas de salud -el más común es la crónica anemia infecciosa equina-, males que disminuyen su rendimiento por falta de energía y, como consecuencia, provocan feroces castigos en el intento de activar un organismo a todas luces deficitario.
Al ser animales excepcionales y valiosos, sus propietarios -los tropilleros- se esmeran en mantenerlos bien alimentados y cuidados.

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