miércoles, 3 de julio de 2013

SANTA FE: Cabaña Leiva: el jardín del norte

Su límite es también el que separa nuestra ciudad de Recreo. Sus calles cobijan con la tranquilidad de sus árboles. Los vecinos, con su cooperación y la fuerza con que marcaron el ritmo de crecimiento del barrio.

Verde paisaje. Las veredas arboladas de Cabaña Leiva brindan una afable bienvenida al ingresar por calle Juan Bautista La Salle, a la altura del 10200 de la avenida Blas Parera

Las mañanas en Cabaña Leiva se inundan de cantos de pájaros y del sonido de las hojas al sol cuando los árboles se mecen. El tiempo corre más despacio en sus calles y las caras y vidas de los vecinos son las de siempre. Con extensiones diferentes y la calma que impone su verde paisaje, las 23 manzanas del barrio cuentan con las ventajas y contratiempos propios de vivir en el extremo noroeste de Santa Fe.
Sólo una calle, Facundo Quiroga, divide a Cabaña Leiva y Santa Fe de la localidad de Recreo. La Ruta Nacional 11 dibuja el lomo oeste y reúne los principales servicios -las escuelas, el tránsito vehicular y el comercio-.
En este barrio, la distancia impone su tranquilidad y, también, retacea los servicios. Su desarrollo y crecimiento se realiza por iniciativa de los vecinos, que consiguieron las principales mejoras del barrio: desde la energía eléctrica en la década del ‘50 hasta la instalación y desarrollo del Centro de Salud. Por impulso de los fieles católicos del barrio se instaló una capilla que pugna por ser parroquia. Y, como todavía faltan cloacas y desagües, hicieron lo de siempre: se reunieron varias veces, se escucharon y proyectaron la obra de desagüe del barrio: “Es algo que nos incumbe a todos, para lograr que el agua de lluvia escurra hacia los límites”.
Entre todos
Cabaña Leiva invita con su tranquilidad a la altura del 10200 de la avenida Blas Parera, desde donde se puede ingresar al tomar Juan Bautista La Salle, la calle principal del barrio.
Sus primeros habitantes se establecieron allí a fines de la década del ‘30, cuando predominaban las quintas de verduras y citrus y funcionaba un establecimiento dedicado a la cría de nutrias. El barrio creció a la par del campo de deportes del Club La Salle, cuyas hectáreas arboladas son un emblema de la zona.
Al principio formó parte de Piquete y Las Flores, se llamó Piquete Norte y en 1960 tuvo su bautismo definitivo. Tomó nombre de un establecimiento ganadero situado al oeste de la ruta -unos 500 metros hacia adentro-, cuyos dueños eran descendientes de Luciano Leiva. El punto de referencia se convirtió en pertenencia e impuso el nombre aún cuando el barrio se desarrolló del lado este de la ruta.
Desde sus inicios, los vecinos destacaron el carácter “periférico pero no marginado” del barrio, poblado por gente de trabajo. Hay quienes todavía recuerdan como pioneras a las familias Leiva, López, Sosa, Bock, Decoud, Lobos y Belletti. Al día de hoy, su población se destaca por su sentimiento localista, un fenómeno consolidado por épocas de aislamiento y por la geografía de un pueblo independiente. Su impulso más importante fue en 1980, cuando Cabaña Leiva, aún sin agua corriente y con calles de tierra, se impuso como un lugar atractivo para vivir.

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