Según el Portal de Rosario, Punto Biz, el gobierno provincial despidió al gerente general de Aguas Santafesinas, Gustavo Actis, y también descabezó el área de infraestructura de la compañía estatal. Se descubrió que habían certificado obras en la instalación de la planta de osmosis inversa comprada para Rufino que la contratista, la empresa porteña Grupo de Asistencia Técnica, no había concluido.
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El año pasado el gobierno provincial anunció un paquete de inversiones de $ 20 millones en Rufino para obras destinadas a mejorar la provisión de los servicios de agua potable y de saneamiento en esa ciudad del sur santafesino, de las cuáles se destacaron una Planta Potabilizadora ($2,9 M), cuyo módulo de ósmosis inversa adquirió ($2,1 M).
La construcción de la planta potabilizadora se hizo en dos etapas con dos licitaciones. Una fue la construcción de los módulos de ósmosis inversa y la otra las de realización de obras complementarias (galpones, cañerías, perforaciones, tanques y calibrado de la planta).
En agosto del año pasado, el gerente de Asa en Rufino, Marcelo Ferrara, informó que la planta ya estaba en los galpones que la firma tiene en esa ciudad mientras que los accesorios más delicados (como membranas, filtros) estaban en el almacén central de Rosario.
Pero en abril, según confirmó el propio Ferrara, la obras de instalación se pararon pese a estar avanzadas en un 90%. Es que la empresa empezó a atravesar problemas financieros que terminaron en su derrape y por eso no se concluyeron las obras.
Cuando quedó claro que la empresa no podía cumplir los compromisos, Aguas le rescindió el contrato y empezó los trámites para ejecutar el seguro de caución. Y mientras se preparaban una nueva licitación llegaron los resultados de las auditorías internas seguidos especialmente por la gerenta económica-financiera de Aguas Teresa Beren- con la confirmación de que desde la gerencia general y el área de infraestructura le habían adelantado certificados (documentos que habilitan el pago) por tareas no concluidas.
Y fue así que en su reunión de directorio el viernes pasado, Aguas despidió a Actis, un directivo con más de 20 años en la empresa, y también separaron a altos funcionarios del área de infraestructura. Esa dependencia, de la que provenía el gerente general, es la que llevaba la licitación de Rufino y Actis fue desplazado por ser el responsable último de la gestión.
Lo cierto es que la irregularidad cometida es indiscutible legalmente, pero en los pasillos de la empresa corría otras especulaciones de tipo política: ¿Fue una irregularidad en soledad de la gerencia general? ¿Y si el adelanto de certificados es, en realidad, una política bajo cuerda del propio directorio para compensar a las contratistas por los costos extra que le generan las demoras en los pagos, las falta de actualizaciones de costos; en definitiva para evitar que las empresas cancelen obras? ¿Qué pasa si Beren revisa el resto de las obras? ¿Encontrará que los adelantos eran moneda corriente y no sólo una irregularidad en el caso de la licitación de Rufino? ¿Cae Actis porque la firma es la suya, pero en realidad es una política más usual de lo que se cree pero que no se puede blanquear cuando estallan casos como estos?
Actis es un funcionario de larga trayectoria en Aguas. Había preparado los planes de obras para Suez cuando se privatizó la compañía. Pero no llegó a ocupar altos cargos mientras estuvieron los franceses. Con la vuelta a la órbita del estado provincial, el gobierno justicialista le dio más protagonismo al hacerlo gerente de Infraestructura. Y con la llegada de los socialistas, incluso fue ascendido a gerente general.
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