domingo, 30 de junio de 2013

Santa Fe mira a Brasil: tres estudiantes analizan la crisis

Dos jóvenes santafesinas que están realizando un intercambio en el vecino país y un brasileño que está en la ciudad brindaron sus puntos de vista sobre el convulsionado momento político.


La crisis en Brasil ha captado la atención en el mundo entero en las últimas semanas. Las grandes manifestaciones y las campañas en las redes sociales se han convertido en la marca registrada de un reclamo con el que la mayoría de los argentinos podemos identificarnos. Diario UNO dialogó con tres estudiantes universitarios que realizan intercambios, dos santafesinas que están en Brasil y un brasileño que está en Santa Fe. Desde sus experiencias y contactos con la realidad del vecino país analizaron algunos de los ejes centrales de la protesta.

Los tres coincidieron en marcar que el reclamo, conocido a partir del aumento del boleto, va más allá del precio del viaje en colectivo. Indicaron que se trata de una reacción de la clase trabajadora a una serie de injusticias sociales que se han acentuado en los últimos meses por la inversión para la realización de dos megaeventos deportivos, la Copa del Mundo el año próximo y las Olimpíadas en 2016. Más dinero para educación y salud y menos corrupción son los ejes de las marchas.

João Sitta tiene 24 años y es estudiante de Derecho. Él es de Porto Alegre (Brasil) pero desde marzo está en Santa Fe para realizar un intercambio académico en la UNL. En tanto, Florencia Costantini, estudiante de la Licenciatura en Sociología, viajó a la Universidad Estadual de Campinas, en Barão Geraldo, para cursar un cuatrimestre; y Silvina Amprimo, estudiante de Abogacía en la UNL, está en Mina Gerais, hasta el 10 de julio.

El comienzo
Un rotundo “No” al incremento del boleto de colectivo fue lo primero que la prensa internacional vio que sucedía en las principales ciudades brasileñas. Imágenes de grandes manifestaciones en las calles y una fuerte represión de las fuerzas de seguridad recorrieron el planeta. Sin embargo, los jóvenes universitarios remarcaron que ése no fue el principio del problema.

“Si bien la crisis política nacional eclosionó a partir del reclamo por el aumento del precio de boleto del transporte público, en Porto Alegre existen numerosos movimientos sociales que llevan adelante el reclamo desde hace mucho tiempo, en algunos de los cuales yo participé”, detalló João Sitta y agregó: “En octubre de 2012 hubo un acto convocado por el movimiento Defensa Pública de la Alegría, con gran repercusión. Los manifestantes caminaron hacia un espacio público que estaba siendo ocupado por la mascota del mundial de fútbol, ya que uno de los motivos de la protesta era la remoción de familias pobres para la ejecución de obras en función del evento deportivo. La policía reprimió a quienes ingresaron a ese lugar y se desencadenó un gran alboroto, que terminó con la mascota derrumbada y muchos heridos”.

Además contó que, por el tema del aumento del boleto, las primeras protestas con grandes dimensiones ocurrieron en Porto Alegre, entres fines de marzo y principios de abril. “En ese momento, hubo también algunas confrontaciones entre policía y manifestantes; pero finalmente el reajuste fue revocado. En junio fue el turno de São Paulo. Después, del anuncio del aumento del precio del boleto, millares de personas salieron a calle. Hubo muchas confrontaciones con la policía y manifestaciones que, debido principalmente a las redes sociales, tomaron proporciones nacionales. A partir de ahí se empieza a delinear el estado actual de la crisis. Dos semanas después ese reajuste también fue revocado”.

Al respecto, Silvina Amprimo añadió: “En realidad, y como bien lo dicen los mismos brasileros, el aumento del boleto fue un disparador para algo que se viene viviendo cotidianamente. Lo que les indigna y los moviliza es la tan conocida corrupción en la gestión del gobierno. El hecho de que precisen aumentar el boleto, cuando están a punto de recibir dos eventos internacionales los llena de impotencia. Por lo que converso con la gente, tienen certeza que el dinero que se invirtió para preparar el país para estos eventos es mucho mayor del que realmente precisaban”.

Y Florencia Costantini analizó: “Brasil se caracteriza por ser un país pasivo, por lo que fue una novedad, una sorpresa este acontecimiento. En los últimos 10 años, 40 millones de personas ingresaron a la clase media, es la primera vez que esta clase es mayor que los sectores populares. Aquí lo que sucedió fue que por el reclamo del aumento del ómnibus se despertó toda la población con diferentes reclamos, como salud, educación y contra la corrupción”.

Una voz más fuerte
A medida que las protestas continuaban, que la policía reprimía y que las clases dirigentes parecían estar atentas a lo que ocurría en las calles, el reclamo se fue ampliando. Ya el boleto fue sólo un tema y se abrió el debate sobre las condiciones de vida de los brasileños.

“En el inicio el reclamo era puntual, por mejores condiciones en el transporte público, pero se fue ampliando hacia un pedido de mayor inclusión social en las políticas públicas. Eso marca el principal rumbo de las reivindicaciones. Pero, después del accionar de la Policía Militar, debido a lo que fue divulgado en las redes sociales, la población apoyó más el movimiento”, evaluó Sitta y siguió: “A mi criterio, los grandes medios de comunicación, que antes criticaban a los movimientos, se apropiaron del movimiento y empezaron a hablar en diversos reclamos, incentivando a gran parte de su audiencia a participar.

Banderas genéricas y reaccionarias fueron levantadas, tales como el nacionalismo y el fin de la impunidad, de la corrupción y de los altos impuestos. Asimismo, se percibe en las redes sociales que muchos tienen consciencia de la necesidad de retomar los ejes de inclusión social y derechos humanos”.

Además, Amprimo agregó: “Alguien me dijo algo muy interesante, que están luchando por algo que trasciende los intereses individuales y que el hecho de que no aumenten el boleto, o de que trasladen la sede del Mundial, no va a hacer que paren. Por eso tampoco los frena la fuerza policial, y salen a la calle a reclamar asumiendo que las consecuencias pueden ser peligrosas”.

¿La pasión de multitudes?
El Mundial y las Olimpíadas sin dudas han transformado el día a día de los brasileños. Los preparativos se realizan de manera intensa y demandan una fuerte inversión económica, que el Estado planea recuperar cuando lleguen los visitantes.

“Hay un fuerte cuestionamiento hacia los gastos que está realizando el Estado –contó Costantini–. Por ejemplo, se critica el gasto en un estadio en Brasilia donde no existen equipos de fútbol. Pero también tienen la alegría de que sea elegido su país para jugar la Copa del Mundo, ya que es un país muy influenciado por el fútbol y tienen muchas expectativas en el acontecimiento”.

Y Sitta añadió: “Los impactos son innumerables. Son varios casos de violación de los Derechos Humanos en consecuencia de la organización de los megaeventos deportivos. Según la Comisión del Mundial y de las Olimpíadas, sólo en la ciudad de Río de Janeiro 11 mil familias deben ser removidas de sus hogares, 3 mil ya fueron trasladadas. Por ejemplo, la Favela del Sambódramo, con 15 años de existencia fue removida de la región central de la ciudad para un zona a 50 km de distancia del original. En el campo del trabajo, vendedores ambulantes están prohibidos de trabajar en un radio de dos kilómetros de estadios, hoteles y eventos relacionados. También está prevista la prisión y detención de mercancías de cualquier persona que no comercialice productos licenciados Fifa. Hay también problemas en el Medio Ambiente, Movilidad, entre otros”.

La policía y la represión
A quienes miran la crisis desde afuera no deja de sorprender el accionar de las fuerzas de seguridad. Policías tirando gas pimienta a mujeres, golpeando a manifestantes y arrastrando a jóvenes por las calles son sólo algunas de las imágenes que han dejado los días de protesta.

Pero también para los brasileños ha sido un llamado de atención. “Hay ciertas cosas que están sumando a la tensión general. Aquí se molestaron mucho con el rector de la Universidad Federal de Minas Gerais porque dejó entrar a la policía al campus universitario, para esconderse, y desde ahí los policías tiraban balas de goma o gas a los manifestantes”, contó Amprimo.

“Ni en la época en que los militares estaban en el poder se dejó entrar a la policía al campus, porque se lo consideraba un lugar neutro y que tenía como objetivo educar –continuó–. Y que ahora pase eso, para ellos es realmente inconcebible. También escuché que hay policías infiltrados en la organización de las manifestaciones, y son quienes aprovechan para realizar actos de vandalismo. Ése es otro motivo de indignación por parte de los que reclaman algo genuino, porque se desvirtúan los motivo de la marcha, se desdibuja el ideal por que están luchando”.

Por su parte, Sitta reconoció que “la relación con la policía en el Brasil es extremamente delicada y tensa. Tenemos una policía organizada dentro de los rígidos patrones militares, esto por si es temerario. La violencia y los abusos policiales son uno de los principales problemas a enfrentar por el país. Muchos son los informes que denuncian casos de prisiones falsas, intimidación, discriminación racial, represión política, abuso sexual y corrupción. Sólo para tener idea, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en 2012, recomendó la extinción de la Policía Militar del Brasil. En las protestas hubo incontables videos, imágenes y relatos de abusos e ilegalidades cometidas por la Policía militar. Incluso, una de las principales reivindicaciones en pauta es la desmilitarización de la policía en Brasil”.
Y Constantini comentó que, en un principio en donde ella reside, “muchas de las personas que participaban de las marchas fueron por solidaridad hacia Río de Janeiro y Sao Paulo, por la fuerte represión que estaban teniendo. Se observaban carteles «sin violencia». Muchos de los estudiantes y amigos cercanos vivieron la experiencia de manera terrorífica porque quedaron impactados de la forma en que la policía reprimía. Estaban sorprendidos de cómo podía acontecer tanta violencia. Los jóvenes estudiantes aparecen en escena rompiendo con la tradicional no participación social del pueblo brasilero, esto es lo novedoso que convive con lo viejo”.

La joven santafesina destacó que ése fue uno de los impactos más fuertes que pudo ver en el último mes, cómo los estudiantes se ponían al frente del reclamo. “El ánimo en las calles es de novedad, ya que Brasil se caracteriza por ser un pueblo pasivo en general y toda esa situación generó sorpresa por parte de muchos. Si bien el problema estaba latente entre los ciudadanos, nunca se había generado el espacio, canal de participación y momento para expresarlo”, dijo y marcó que un punto central para la masificación del reclamo han sido las redes sociales.

En primera persona
Consultadas sobre qué les ha llamado la atención del proceso que está atravesando el vecino país, las santafesinas destacaron lo novedoso que le resulta a los brasileños el hecho de salir a reclamar.
“Cuando hablo con los brasileños que hacen las marchas los veo tan metidos en la lucha, tan decididos a seguir reclamando, entiendo tanto sus motivos, que no puedo hacer otra cosa que estar con ellos, que considerar que tienen razón en lo que reclaman. Después, cuando hablo con la gente en los colectivos, que no pueden salir de casa o tienen que volver antes para evitar quedar atrapada en el disturbio sin querer, siento lo mismo que cuando en la Argentina hay marchas, que los intereses, por mas legítimos que sean, no deberían generar molestias para nadie”, manifestó Amprimo.

A lo que Constantini agregó: “Me ha llamado la atención la reacción de la población ante las manifestaciones como ya he dicho el modo de sorpresa, novedad, un poco de incógnita, la represión de la policía. También las medidas adoptadas de gobierno de suspender el aumento del boleto y además bajarlo. Es decir, la rapidez de las medidas. Considero que es un momento histórico para el país, ya que nunca se habían presentado manifestaciones que movilizaran a millones de ciudadanos unidos por diversas causas”.

Las expectativas
Cuando los reclamos son tan amplios y espontáneos muchas veces es difícil encontrar una solución que satisfaga a todos, sobre todo en plazos cortos o medianos. Consultados sobre qué consideran que se necesita para destrabar el conflicto los jóvenes coincidieron en que la respuesta no es una sola ni que se puede dar de inmediato.

“Creo que la mejor alternativa para la salida del problema es la continuidad de la presión de la población sobre los poderes, para que las políticas sean direccionadas a la mayor satisfacción de las necesidades públicas, siempre teniendo en mente la desigualdad social. Sin apropiación de los aparatos públicos para satisfacción de intereses privados. Para eso es imprescindible que se haga una reforma del sistema político brasileño, que muestra acentuadas señales de agotamiento. Por ser un sistema de gobernabilidad muy conservador, es necesario que la reforma se base en una forma de participación directa, en que la población pueda actuar directamente sobre las decisiones sin los intermediarios. La democracia digital puede ser una buena alternativa”, sintetizó João Sitta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario