lunes, 17 de junio de 2013

Para Horacio Rosatti: “Néstor no quería tensión con la Corte”

Para Horacio Rosatti, la reforma es inconstitucional y busca amedrentar a los magistrados. Se queja de los jueces que no investigan a los funcionarios del poder. Motivos de su partida.

“Néstor no quería tensión con la Corte”

 “Esta democratización de la Justicia se queda a mitad de camino. La reforma del Consejo de la Magistratura es inconstitucional, empeora la poca independencia de los jueces y los amedrenta aún más”. El hombre que pronuncia estas palabras no es un juez enfrentado a la Casa Rosada o un antiguo representante de la “corpo” judicial. Es nada menos que Horacio Rosatti, ex ministro de Justicia de Néstor Kirchner, quien concedió una entrevista a PERFIL para expresar –por primera vez– sus opiniones sobre la reforma judicial del Gobierno.
Cuando renunció al ministerio, en julio del 2005, se recluyó en el silencio. Se dedicó a dar clases en universidades, a ejercer la profesión en su estudio jurídico y a escribir libros sobre leyes, que hace poco le valieron un premio de la Academia Nacional de Derecho.
Pero ahora, por teléfono desde su ciudad natal de Santa Fe, critica los cambios impulsados por el kirchnerismo, apunta contra los jueces que no investigan al poder, propone el juicio por jurados, recuerda su relación con Kirchner y responde sobre los motivos de su renuncia.
—¿Qué opina sobre la democratización de la Justicia impulsada por el Gobierno?
—Yo estoy a favor de la democratización. No sólo del Poder Judicial, sino de los tres poderes del Estado. Pero para alguien que tiene una visión progresista como yo, esta democratización se queda corta. Y hay cuestiones con las que no estoy de acuerdo.
—¿Con qué aspectos no coincide?
—En particular, la reforma del Consejo de la Magistratura. Elegir consejeros con voto popular es inconstitucional. El artículo 114 de la Constitución hace una diferencia entre aquellos consejeros que provienen de la voluntad popular y los representantes de jueces, abogados, académicos. Esos deben ser elegidos por sus pares. Yo estuve en la Comisión de Redacción de la reforma constitucional de 1994, donde se entendió así.
—¿Ese punto quedó claro en la reforma de la Constitución?
—Muy claro, muy claro. Por ejemplo, el ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni, que entonces era Convencional, expresó que la elección de los consejeros debían hacerla sus pares.
—Pero más allá del debate constitucional, ¿qué opina sobre esas reformas?
—Mire, no siempre hay vínculo entre elección popular y representación. Por ejemplo, el jefe de la Auditoría General de la Nación debe ser propuesto por la oposición. Si además lo vota todo el pueblo, ¿tendría más legitimidad? No, porque gran parte de los votantes es oficialista. Tendría más votos, pero menos representatividad.
—¿Y la votación con mayoría simple en el Consejo?
—Las votaciones deberían ser con dos tercios, porque significa mayor consenso, un concurso de fuerzas que no puede alcanzar un solo partido. Son decisiones graves. En el juicio político a un presidente, un ministro o un integrante de la Corte, el Congreso necesita dos tercios. ¿Por qué no hacerlo con los jueces?
—¿El Gobierno quiere aprovechar estos cambios para ejercer un mayor control sobre la Justicia?
—Yo no sé cuáles son las intenciones, pero sí los resultados. Habrá un Poder Judicial más amedrentado. Yo no defiendo a la corporación judicial, tengo una visión crítica de la Justicia. Hay jueces que activan causas solamente con los políticos que ya perdieron su poder. Nadie está obligado a dejarse llevar por las presiones y cobrar el sueldo a fin de mes. El juez debe enfrentar las presiones o renunciar. Y estas reformas pueden empeorar la situación, darle un argumento más a los que no son valientes o que son oportunistas.
—¿Y entonces de qué manera propone democratizar la Justicia?
—Para mí, democratizar la Justicia es implementar el juicio por jurados. Está previsto en tres artículos de la Constitución nacional: el 24, el 75 inciso 12 y el 118. Es una deuda pendiente hace más de 150 años. Cuando yo fui ministro en el año 2005, lo impulsé y defendí. No sé por qué ahora no lo incluyeron. ¿Sabe quién firmó ese proyecto de juicio por jurados? Néstor Kirchner.
—¿Cómo era su relación con el ex presidente?
—Cuando yo era ministro, Kirchner era una persona que escuchaba mucho. No se negaba a recibir un consejo. Era una persona de carácter muy fuerte, pero uno le podía decir ampliamente lo que pensaba. Por supuesto, si tenía una crítica se la decía en privado, las cosas había que decírselas una sola vez, no le gustaban las personas farragosas, que repetían las cosas, ahí él las cortaba inmediatamente. Una vez que entendía, ya está. Era muy sencillo, iba directamente a los temas. Después, si él no estaba de acuerdo, me lo decía..
—¿En qué temas le pidió que trabajara?
—Cuando yo asumo como ministro, Kirchner tenía la preocupación de que había una mala relación con el Poder Judicial. Me dijo: “Mirá, la verdad que estoy cansado de tener una relación tensa con la Corte y con muchos jueces. Yo lo que quiero es que cada uno haga lo suyo, no tener una fuente de problemas permanentes, porque es un lío”. Entonces, me pidió establecer un diálogo adulto con la Corte. Y bueno, en esa época que yo estuve asumió Carmen Argibay, se envió el pliego de Lorenzetti, ya había asumido Zaffaroni...
—¿Por qué el Gobierno cambió y ahora confronta con la Corte?
—La verdad, no alcanzo a comprender por qué. Muchas cosas cambiaron a partir de 2005. Desde mi perspectiva, porque una persona que había accedido con el 22% de los votos se vio necesitada de realizar determinadas alianzas y lograr una base de sustentación mayor. Pero en muchas partes del mundo, los gobiernos tienen una relación tensa con la Corte.
—¿Por qué se fue del Gobierno?
—Nunca hay un solo motivo. Le presenté a Kirchner mi carta de renuncia. Le dije que había perdido el entusiasmo por muchas cosas y que me quería volver a Santa Fe. El me dijo: “Yo quiero que sigas hasta fin de año y que después seas diputado nacional”. Yo le respondí que no, que ya había hablado con mi mujer y que ya había tomado la decisión.
—Se dice que renunció porque encontró irregularidades en una licitación para construir cárceles. ¿Es cierto?
—Hubo muchos motivos para mi renuncia. No me gusta hablar de mí mismo. Solamente le voy a decir que esa licitación necesitaba mi firma. Y jamás iba a tenerla. Si a alguien se le hubiera ocurrido concretar un acto ilícito, no se salió con la suya. Cuando yo digo que los jueces deben enfrentar presiones o renunciar, también se aplica para cualquier funcionario.
—Están saliendo a la luz casos de corrupción en obra pública. ¿Son verosímiles?
—No puedo contestar. Yo sólo espero que la Justicia dirima estos temas con rapidez. Que no tengamos el resultado judicial dentro de 18 años.
La justicia que llega tarde, no es justicia.

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