domingo, 16 de junio de 2013

DIA DEL PADRE: Volver a ser padre y debutar como abuelo, una opción para el juego y el amor

Volver a ser padre en el momento de la vida en que se está por debutar como abuelo fue para algunos hombres que decidieron repetir la experiencia de la paternidad a pleno, otra oportunidad para el juego, la poesía y el amor. 

El arquitecto Rodolfo Livingston y el dramaturgo y director de teatro Norman Briski destacaron al juego como lugar privilegiado del vínculo con los hijos y la posibilidad que tuvieron de reiterar esa experiencia ya de grandes. 

"Hace siete años yo no pensaba tener más hijos pero me enamoré y tuve que resolver una disyuntiva: el amor o la comodidad; afronté el desafío y me decidí por el amor. Por eso a los 75 tuve a mi hijo Tomás", contó Livingston. 

Para el autor de "Cirugía de Casas" y "Arquitectura y Autoritarismo", la decisión fue "haber optado por estar más cerca del amor y de la poesía que de la comodidad" y confesó que ahora con su hijo Tomás quiere ser "mejor padre". 

"Hay una edad cronológica y una edad que se ejerce. Yo ahora ejerzo los 25 años porque asisto a reuniones con maestros, me junto con padres en peloteros, y me tiro al piso para jugar un ping pong plano inventado por mí, en vez de estar sentado en un sillón tomando un whisky", contó el reconocido arquitecto. 

"Es duro -confesó Livingston- pero adoro a Tomás y soy un buen padre. Hoy en día me encuentro contando cuentos de patos y ogros a la noche, y llevándolo a natación, a inglés o a violín". 

"Por suerte la etapa más difícil ya pasó porque se baña solo y podemos jugar al metegol, a la generala y al ludo, lo que me parece más aceptable que estar cambiando pañales, lo que por otro lado no hice nunca porque no fue negociable; aunque sí le di la primera mamadera", dijo Livingston. 

Tomás es tío de Lucio y Teodoro, los nietos de 4 años de Livingston, hijos de sus dos hijos mayores, Ana y Juan. 

"Cuando los veo a los tres juntos siento que los trato parecido pero con Tomás hay mayor responsabilidad, soy el padre, claro", dijo el urbanista. 

"Quiero cumplir la edad de Nelson Mandela, que tiene 95, por eso hago mucha gimnasia desde que me enteré de que la musculatura empieza a perder fuerza, y me la paso en el Hospital Italiano examinándome cada pedacito de mi cuerpo porque quiero vivir mucho. Lo hago porque en ese momento Tomás tendrá 20 y merece tener un padre", confesó. 

Con dos hijas de 26 y 23 y un nieto adolescente, el actor Norman Briski rescató también el juego como "la experiencia más entrañable compartida con los hijos, que nació cuando él era joven, y con las dos hijas que tuvo en plena madurez". 

"Nosotros, los hombres somos de tener con nuestros hijos "intensidades cortas", somos juguetones y apasionados, así me veo, así nos veo", dijo Briski al definir el vínculo de "gran parte de los padres con sus hijos" y en un intento por describirse en ese rol. 

Para Briski, "todos sus hijos, el mayor que vive en Córdoba, y es padre de un adolescente de 16 años; y las hijas, que viven en Buenos Aires, fueron fruto del amor que vivió en dos momentos diferentes de su vida". 

El actor contó que "se dejó llevar por el amor, que no pensó si debía o no, si podía o no, si convenía o no; no me enteré de las miradas moralinas de la gente sobre la diferencia de edad, cuando ya de grande volví a planear junto a mi pareja tener más hijos". 

Tal vez sea porque somos artistas, que buscamos un mundo más poético, y hablamos de cosas que no todos hablan, es que les damos menos importancia a esas cosas de los prejuicios", explicó el director teatral. 

"De toda experiencia como padre no elijo los embates del exilio que me separaron de mi hijo mayor, más de lo que hubiera querido, pero sí elijo la decisión de haberlo deseado y de haberlo tenido, como a mis hijas a quienes también busqué y esperé", manifestó. 

"Las pasiones de mis hijos me apasionaron. Todos ellos tienen cosas en común con el mundo del arte: el sonido en el caso de mi hijo, el baile en el de una de mis hijas", contó. 

"Amo el apasionamiento por los caballos de mi otra hija, que se está recibiendo de veterinaria y que me llevó a sortear todo tipo de obstáculo para dar con esos lugares donde ella pudiera entrar en contacto con esa actividad", confesó, el maestro de actores. 

Para el psiconanalista y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Enrique Novelli, "el hombre que vuelve a tener hijos habiendo vivido la experiencia de paternidad anteriormente, se muestra más comprensivo y contenedor, y tal vez incluso menos exigente que cuando era joven y estaba más atravesado por las presiones". 

"Todo hijo es la prolongación narcisista de sus padres. Lo que los padres exigimos cuando somos jóvenes es que esos hijos sean algo que nos represente", explicó. 

Para el especialista, "la experiencia que se acopia durante la trayectoria de la vida hace diminuir la exigencia un poco, lo que se traduce en un vínculo de mayor capacidad de escucha del niño, de un registro más fino de lo que dice o quiere el hijo". (Télam).

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