La llegada del frío motivó una campaña para juntar ropa y calzado para los chicos. Hoy un equipo de El Litoral llevó a la institución de San Agustín lo que se logró juntar.
“Algunos papás vinieron a plantearnos que los chicos no estaban viniendo a la escuela porque no tenían calzado”, explicó Álvaro Salazar, un docente de 6º grado de la escuela Profesor Luis Ravera de barrio San Agustín para explicar por qué lanzaron una campaña para recolectar ropa para abrigar a los chicos. Es que además, el ropero de la escuela estaba vacío, mientras que el frío comenzaba a sentirse, por lo que resolvieron recurrir a la solidaridad de los santafesinos.
La noticia se difundió por las redes sociales y por el diario El Litoral, que se sumó a la cruzada. En horas se llenó un gran canasto que se ubicó en la redacción. Y desde la delegación de Cáritas de la localidad de Progreso dijeron presente: ocho bolsas de consorcio repletas de abrigos llegaron para el ropero de la Ravera. “Es mucho más de lo que teníamos pensado conseguir”, dijo satisfecho Salazar.
A la institución concurren casi 900 alumnos de San Agustín I y II, La Ranita, El Abasto y La Tablada. Todos barrios carecientes del cordón noroeste de la ciudad, en donde muchas de las necesidades de los niños de las familias son cubiertas en la escuela.
“En general los padres no tienen trabajo. Viven de changas, de la asignación universal que entrega el Estado, hacen ladrillos o se las rebuscan en el mercado”, describió la directora Graciela López. “Tenemos alumnos que a veces vienen con las zapatillas rotas y los dedos afuera, así se enferman y empiezan a faltar”, agregó la vice Silvia Bonet. Para lo que resta del invierno, los chicos necesitan calzado del número 27 al 40 y estufas.
La noticia se difundió por las redes sociales y por el diario El Litoral, que se sumó a la cruzada. En horas se llenó un gran canasto que se ubicó en la redacción. Y desde la delegación de Cáritas de la localidad de Progreso dijeron presente: ocho bolsas de consorcio repletas de abrigos llegaron para el ropero de la Ravera. “Es mucho más de lo que teníamos pensado conseguir”, dijo satisfecho Salazar.
A la institución concurren casi 900 alumnos de San Agustín I y II, La Ranita, El Abasto y La Tablada. Todos barrios carecientes del cordón noroeste de la ciudad, en donde muchas de las necesidades de los niños de las familias son cubiertas en la escuela.
“En general los padres no tienen trabajo. Viven de changas, de la asignación universal que entrega el Estado, hacen ladrillos o se las rebuscan en el mercado”, describió la directora Graciela López. “Tenemos alumnos que a veces vienen con las zapatillas rotas y los dedos afuera, así se enferman y empiezan a faltar”, agregó la vice Silvia Bonet. Para lo que resta del invierno, los chicos necesitan calzado del número 27 al 40 y estufas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario