sábado, 9 de marzo de 2013

Las intrigas en el Vaticano marcan la elección del próximo Papa


Luego de que los cardenales renovadores ganaran la pulseada sobre la necesidad de información y transparencia, evalúan los "problemas reales" de la Iglesia católica para definir el perfil del próximo Pontífice. El martes 12 comienza el Cónclave.


Las intrigas en el Vaticano marcan la elección del próximo Papa
Todo empezó un día gris, con leves voces que susurraban que el Papa Benedicto XVI iba a renunciar, cansado, ya sin fuerzas de guiar a la grey católica en un mundo hostil, plagado de intrigas y secretos sin develar. A partir de ese momento la maquinaria burocrática de la más antigua institución del mundo, comenzó a planificar lo que sería la sucesión más complicada de la edad moderna. Al apuro oficialista por elegir al nuevo Pedro, se antepuso, primero, la actitud relajada de los cardenales brasileños; “sin prisa, estamos tranquilos”, dijeron. Sugerían que antes de comenzar el Cónclave se deberían definir las prioridades de la Iglesia para saber cuál tendría que ser el perfil del elegido. Los murmullos hablaban de que algunos purpurados reclamaban tener conocimiento sobre unos papeles, los informes secretos del Papa. La respuesta fue categórica: “Los informes sólo los recibirá el próximo Pontífice”. Pero los cardenales renovadores seguían sin prisa. Se les fueron sumando otras voces que pedían romper el secreto, el duro cemento de la solidaridad vaticana.
“Los cardenales quieren saber antes de votar”, por lo menos buena parte de ellos, entre los que se destacaron en esa instancia los norteamericanos. Finalmente ganaron esa primera pulseada al frenar la presión para comenzar el Cónclave lo antes posible, alentado por los conservadores y el mismo Papa emérito Benedicto XVI. ¿Por qué? Según los analistas vaticanos, la cuestión era muy clara: los conservadores querían conducir la elección sin cuestionamientos de fondo a la institución.
De los 117 cardenales habilitados para elegir al próximo Papa, sólo dos han renunciado participar; uno por enfermedad y otro, Keith O’Brien, de Escocia, por estar acusado de “comportamiento inapropiado”. Con una edad promedio de 72,3 años, tendrán la ardua tarea de elegir a quien suceda a Joseph Ratzinger en uno de los momentos más difíciles de la historia contemporánea del Vaticano. “Nunca hubo tanta incertidumbre en la elección del Papa”, señaló Fabio Zavattaro, el periodista que ha cubierto todos los viajes de los pontífices desde 1983.
Luego del reclamo de los cardenales de Estados Unidos y Brasil, de ser informados sobre el informe “secreto” sobre el caso Vatileaks para poder votar con conocimiento de la situación, fueron comprometidos a “guardar silencio”. La necesidad de informarse finalmente logró consenso. Necesitaban evaluar los problemas a los que se enfrenta la Santa Sede, para debatir las características que debe tener el próximo Papa que se elegirá entre los 207 cardenales, aunque sólo votarán los menores de 80 años.
Gianluigi Nuzzi fue el periodista y escritor que provocó el terremoto de Vatileaks, primero con su libro publicado en mayo de 2012, “Su Santidad, Las cartas secretas de Benedicto XVI”, y luego con el exitoso “Vaticano Sociedad Anónima”. En su investigación se da cuenta de lo poco transparentes manejos financieros, encubrimientos de casos de pedofilia y de doble vida de algunos sacerdotes. La “pista de la oscuridad vaticana” estaba abierta. Sobre la crisis desatada por su investigación, fue muy seco: “No, no me siento responsable. Yo sólo hice mi trabajo que es informar.”
Las dos fuentes conocidas de Nuzzi fueron Paolo Gabrieli, el mayordomo de Ratzinger, y se presume que contó alguna precisión de Ettore Gotti Tedeschi, ex presidente del Banco Vaticano, quien fuera despedido sin aviso de su cargo, dando paso al intrigante gesto público de entregarle tres cartas a su secretaria que deberían ser entregadas a sus destinatarios en caso de que sufriera una muerte violenta.
Zavattaro, uno de los periodistas más respetados y ecuánimes con respecto a la situación inédita desatada en los últimos meses, concuerda con los cardenales renovadores en que “deben entender bien los problemas con información y transparencia”, para definir el perfil del próximo Papa, que según su criterio, debería ser alguien con una fuerte impronta pastoral y al mismo tiempo intelectual.
Sin embargo, la prensa italiana no deja de publicar filtraciones de conversaciones entre los cardenales, cuestión sobre la cual el Vaticano emitió un comunicado en el que llama a que “los príncipes de la Iglesia” cumplan con el voto de secreto que juraron. “Si alguien sabe quien está violando esto, debería decirlo”, señaló el portavoz vaticano Federico Lombardi.
El tema central sobre el cual pidieron informarse se centra en la situación económica de la Santa Sede, y en especial del Banco del Vaticano. Este requerimiento les fue concedido y los tres cardenales a cargo de los “ministerios” económicos expusieron ante el purpurado sobre el estado de las finanzas vaticanas. "Fueron intervenciones sintéticas y claras. Los cardenales estarán a disposición de aquellos que quieran más información y detalles", aseguró Lombardi.
Para Hans Kung, sacerdote suizo, filósofo y teólogo, antiguo compañero de estudios de Ratzinger en la Universidad de Tubinga, al sur de Alemania, aseguró que “el papado se ha convertido en una institución monárquica absolutista.” Kung fue inhabilitado para enseñar teología católica en 1979 por sus críticas, pero 40 años después asegura que “la renuncia abrió la puerta de la renovación”. Entre otros puntos, el señala que debería avanzarse sobre la posibilidad de ordenación a las mujeres y la anticoncepción. De todos modos, opina que Ratzinger, a quien llama “el Papa en la sombra”, seguirá teniendo mucha influencia, según declaró a la revista alemana Der Spiegel.
La cultura del secreto de los sacerdotes resultó fatal en casos de abusos sexuales durante la última década, aún más al conocerse demandas e investigaciones oficiales que prueban que muchos obispos encubrieron estos casos.
El teólogo estadounidense George Weigel afirmó que las tensiones que se suscitaron en los últimos días en el Vaticano no eran entre los cardenales estadounidenses y la Curia, sino entre "la vieja Iglesia versus la nueva Iglesia".
Los antecedentes que abrieron esta tensión se remontan a tres años atrás, cuando la justicia italiana inició una investigación contra dos de los directivos del banco, con un patrimonio de 5.000 millones de euros, por violar las leyes italianas sobre lavado de dinero. El diario italiano La Repubblica reveló el jueves que al menos son 20 personas, tanto laicos como religiosos, quienes contribuyeron a la fuga de documentos confidenciales de Benedicto XVI, con el fin de denunciar las estructuras internas de la “vieja” Iglesia, desmintiendo además que el ex mayordomo del pontífice hubiera operado sin cómplices.
En una entrevista anónima a uno de ellos, que escandalizó al mundo cristiano, se subrayó con cierto tono extorsivo, que la Iglesia debía ser transparente sobre la gestión interna, marcada por intrigas, abusos de poder y tráfico de influencias a través de un "lobby gay". Para el vaticanista Marco Politi, no hay duda de que fue este escándalo el que aceleró la decisión de Benedicto XVI, de renunciar a su Pontificado.
John Thavis, autor de “Los diarios del Vaticano”, libro sobre los procesos internos de la Santa Sede, con material recopilado durante sus 30 años de cobertura periodística en Roma, señaló que quienes gobiernan la Santa Sede son los cardenales junto con el Papa, pero hubo una “disintonía” entre ellos, lo que condujo a la renuncia de Ratzinger.
Hans Kung, por su parte, aseguró que la administración de Benedicto XVI “llevó a la iglesia a un callejón sin salida”. Asegura que durante su pontificado de 8 años no pudo llevar a cabo la renovación prometida y mantuvo una línea política conservadora. “La pesca durante su papado fue escasa”, dijo refiriéndose a la caída en el número de fieles y de nuevos sacerdotes.
Gianluigi Nuzzi cree que la única salida de este estado de cosas es llegar al fondo de “la pista de oscuridad vaticana”. Por eso “los cardenales no tienen prisa”, repetía con algo de resignación el portavoz Lombardi.
Si bien los influyentes cardenales estadounidenses aceptaron guardar silencio ante la prensa, se descuenta que dentro de las murallas del Vaticano se están abordando los temas espinosos que debe enfrentar la Iglesia católica. De todos modos, las autoridades actuales del Vaticano quieren que el humo blanco surque el cielo romano antes del Domingo de Ramos, 24 de marzo, como inequívoco símbolo de la resurrección del trono cristiano.
Los candidatos son muchos, pero se espera que el elegido, el que obtenga por lo menos 77 votos, represente de una manera más significativa al mundo católico (36,8% de americanos; 25,9% de europeos; 24,2% de africanos; y 13,1% de asiáticos).
De todos modos, cuando ello suceda, el nuevo Papa y el Papa emérito, o “en la sombra”, vivirán a menos de quinientos metros, jardines de por medio, donde seguramente alguna vez sus pasos se crucen, y comprueben que tal vez sea sea cierto que hay momentos donde se encuentra el camino en el desvío que se tomó para evitarlo.

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