viernes, 7 de diciembre de 2012

TOTORAS: Lo condenaron por querer matar a su hija con un helado envenenado

Jorge Antonio Herrera tiene 60 años y deberá pasar 14 en prisión, según lo determinó la Justicia. El hecho ocurrió en Totoras hace dos años. Otras tres nenas fueron afectadas por la maniobra homicida.


Jorge Antonio Herrera y María Antonia Zeballos mantuvieron una breve vida de pareja de la cual, en 2001, nació Gianella. El fin de la relación enfureció al hombre, quien desde entonces amenazó en numerosas ocasiones con matar a la mujer y a la nena, llegando en algunas ocasiones a atacarlas físicamente. Eso le valió una condena penal y la prohibición de acercarse a la vivienda que ellas ocupaban en Totoras, a 57 kilómetros al noroeste de Rosario. Sin embargo, el hombre nunca respetó esa pena y el 14 de diciembre de 2010 se hizo presente en el lugar para darle a su hija un helado. La niña, que tenía 9 años, estaba jugando con unas amiguitas con las que compartió el regalo. Pero la satisfacción de degustar las cremas les duró muy poco. Gianella y las otras chicas cayeron descompuestas debido a una fuerte intoxicación. Herrera llevaba adelante de esa manera su promesa y para eso había rociado el helado con un insecticida fosforado. Todas las nenas pudieron recuperarse con el paso de los días y ahora la Justicia condenó al hombre a 14 años de cárcel por tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por el uso de veneno contra su hija, y por lesiones leves contras las amigas de la pequeña.

El fallo fue dictado por el juez de Sentencia 7, José Luis Mascali, para quien se logró "un panorama claro y preciso sobre los acontecimientos ocurridos, que fueron vistos y narrados por las personas que se encontraban en el lugar o que tuvieron contacto con las víctimas y con el imputado". En ese orden, sostiene que "se encuentra acreditado que Herrera (de 60 años) le entregó un helado a su hija Gianella y que a posteriori la menor evidenció un trastorno de salud sumamente grave que implicó varios días en cuidados intensivos", lo mismo que les ocurrió a la cuñada y dos amiguitas que compartieron la golosina.

Tarde fatal
Todo ocurrió a las 18.30 del 14 de diciembre de 2010 en la casa de bulevar Rivadavia y Saavedra, en Totoras, donde vivía la ex pareja de Herrera junto a la pequeña Gianella. Aquella tarde calurosa la nena jugaba en el patio de la casa junto a su cuñada Micaela Hernández, de 17 años; las mellizas Abril y Brisa Ferreyra, de 5 años; y Luciana Pérez, de 8. En esas circunstancias el hombre se arrimó hasta el alambrado de la calle y le ofreció a su hija un cucurucho con helado de frutilla y chocolate. Y le advirtió que lo comiera ella sola. La nena empezó a comerlo pero al no gustarle fue convidando a sus amiguitas. Recién entonces Herrera se fue del lugar en la bicicleta en la que había llegado.

Pasaron pocos minutos para que Gianella y sus amigas empezaran a sufrir sofocamiento, mareos y vómitos por lo que todas fueron llevadas al Samco de Totoras. El primer médico que las vio no dudó en determinar que padecían una intoxicación grave por lo que las trasladaron a sanatorios de Rosario donde cada una evolucionó de manera diferente y en tiempos disímiles.

En el marco de la investigación, todos los testimonios concordaron en que había sido Herrera quien le dio el helado a su hija y por eso el hombre fue apresado. Cuando la policía allanó su vivienda de Brown al 700, en Totoras, encontró entre otras cosas una botella plástica con un líquido viscoso color oscuro y fuerte olor a herbicida que las pericias determinaron luego era "Furadan 47F", un insecticida de alto poder utilizado en explotaciones agropecuarias y considerado un veneno clase A extremadamente tóxico.

Tanto los análisis diagnósticos realizados a las menores como las posteriores pericias toxicológicas realizadas en el laboratorio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación fueron coincidentes y determinantes para el juez. "El helado entregado por Herrera a su hija Gianella y que ésta ingiriera y luego convidara a sus amigas, contenía el tóxico Furadan que es el que había sido encontrado en el domicilio del imputado, y que conforme se desprende de la pericial de laboratorio y del informe médico, se compadecen los síntomas de una persona que ingiere ese tóxico con los síntomas que padecieron las víctimas del hecho", dice el magistrado.

Celos y violencia
En cuanto a los motivos que llevaron a Herrera a querer matar a su hija, fueron numerosos los testimonios que permitieron entenderlos. Micaela Hernández, que fue una de las víctimas, dijo: "No es la primera vez que (Herrera) las amenaza, pero nunca les había hecho daño". Y agregó que dos días antes el hombre había ido a la casa y les dijo: "Los voy a envenenar a todos ustedes, se van a morir como ratas y ni cuenta se van a dar". También contó que "Herrera siempre se peleaba con la mamá de Gianella, que la maltrataba verbalmente, que en otras oportunidades les llevó cosas en mal estado; que una vez le llevó un paquete con bombones y que cuando cortaron uno encontraron un gusano". También recordó que "sabía tirarles aceite quemado en la vereda y restos de comidas con olor".

En idéntico sentido se refirió Martín Miguel A., concubino de Micaela y hermanastro de Gianella, quien manifestó que "el prinicpal problema de Herrera son los celos". Y recordó una serie de hechos amenazantes contra la nena y su mamá: "Herrera es un peligro, muchas veces lo vi con un cuchillo en la cintura mientras le decía a su ex pareja que las iba a envenenar, que las iba a degollar".

La propia mamá de Gianella, al momento de declarar, manifestó que "antes de que naciera la nena Herrera comenzó a ponerse malo y agresivo con ella. Me golpeaba a mi y a mis hijos del otro matrimonio, nos amenazó con matarnos en varias oportunidades, me lesionó con una tijera en la espalda, se emborrachaba y aparecía para amenazarnos de muerte. Nos decía que íbamos a morir envenenados".

Para el juez Mascali, "Herrera quiso matar a su hija y ocultó el veneno en un helado" y "ello soporta un juicio de culpabilidad que, agregado a los testimonios, conforman un panorama condenatorio". Le impuso 14 años de cárcel tras unificar la pena con una sentencia anterior del mismo tribunal a 3 años por amenazas.

Un intento de defensa falaz
Cuando Jorge Antonio Herrera declaró ante la Justicia negó la acusación homicida pero consintió haberle entregado un helado a su hija momentos antes de que la menor y sus amigas manifestaran "un desenlace casi fatal". En su defensa, el hombre manifestó que dejó "el helado arriba de la mesa con una bolsita abierta en momentos en que mi primera esposa (la mamá de Gianella) estaba echando Raid porque había moscas y el Raid es tóxico". Sin embargo, para el juez de Sentencia esa versión "se contrapone con el resto del material probatorio acercado por la Fiscalía, que constituyen elementos de cargo suficientes como para fundar la autoría y responsabilidad penal" de Herrera.

En ese sentido, el magistrado dijo que ese testimonio "se encuentra totalmente controvertido y luce falaz ya que los testigos (principalmente la ex pareja del hombre) afirman que Herrera no ingresó a la vivienda, que fue atendido por una ventana porque desde hacía varios años no podía entrar a la casa ya que había sido excluído por violencia familiar y que nadie estaba tirando insecticidas o alguna sustancia semejante en ese momento"

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