lunes, 3 de diciembre de 2012

Los grandes supermercados ya remarcan los precios casi a diario


Confluyen ajustes estacionales y una guerra de promociones dividida en zonas. La actualización se ha vuelto constante por dos razones: la cercanía de fin de año y también la estrategia de las empresas de pelear cuotas de mercado con precios diferenciales

El polvo para preparar bizcochuelo figura en góndola a $ 10, pero cuando uno va a pagar a la caja le cobran $ 12. El litro de leche en sachet figura a $ 4,50, pero en la caja cobran $ 5,30. El kilo de azúcar sale $ 5 en la góndola, pero $ 6 en la caja.
 

Esta escena se repite con distintos productos en la mayoría de los supermercados del país. ¿A qué obedece esta disparidad de precios? “Es que los aumentos son constantes. Todos los días nos entran precios nuevos, y los repositores no alcanzan a remarcar todos”, confiesa la supervisora a cargo de un hipermercado de Barrio Norte, cuando este cronista fue a reclamarle por un producto que había visto en góndola a un 20% menos al que le terminaron cobrando.

Lo que se percibió en noviembre es la confluencia de dos situaciones particulares. Por un lado, hubo una acumulación de ajustes estacionales de precios en casi todas las categorías de consumo masivo. Y por el otro, los fabricantes también apostaron a diferenciarse, en el marco del actual contexto inflacionario, con promociones de precios. El resultado es el mismo: valores que se mueven tan rápido que es difícil identificar el valor de cada producto.

La disparidad de precios entre caja y góndola en todas las grandes cadenas fue comprobada por El Cronista a lo largo del último mes. Algunas cajeras le adjudicaron la responsabilidad de esta situación a los repositores: “Se quieren ir rápido, entonces dejan la remarcación de precios para el otro día”, argumentaron en un hipermercado.

¿Qué debe hacer el consumidor ante este tipo de circunstancias? En primer lugar, tratar de memorizar la mayor cantidad de precios posibles de lo que va llevando. Luego, una vez pagada la factura, revisarla en el mismo supermercado. Y si nota que puede haber alguna diferencia, entrar de vuelta al pasillo de compras y chequear si realmente es así. En caso de que así sea, acudir al supervisor de la cadena y hacer el reclamo, para que le devuelvan la diferencia.

En una cadena minorista un paquete de jabón en polvo para lavar la ropa mostraba un precio sugerido de $ 5,99, y en la góndola figuraba a $ 6,99. En la caja, obviamente, cobraron $ 6,99. Hecho el reclamo, el supervisor no se mostró dispuesto a devolver la diferencia. Su actitud cambió solo ante la eventualidad de una denuncia ante la Subsecretaría de Defensa de la Competencia.

Ariel Baños, presidente de fijaciondeprecios.com, advierte que para evitar esta remarcación, algunas cadenas estudian para un futuro próximo la posibilidad de incluir etiquetas electrónicas, de modo que se puedan actualizar los precios online, sin necesidad de hacerlo en forma manual.

Otras, como Wal-Mart, ya lo tienen desde hace dos años, con la premisa de ahorrar tiempo de operación, horas hombre, gastos en etiquetado y en papel. “Además, esta innovación tecnológica tiene la ventaja de que con una sola orden ya cambiás los precios en todas las góndolas, lo cual ayuda a reducir costos sin pérdida de tiempo”, reveló un vocero de la compañía.

“Se trata de un sistema conectado y actualizado en tiempo real, que sirve para protegerse ante este tipo de situaciones, ya que los supermercados están obligados a respetar el precio en góndola”, sostuvo Baños.

El consultor explicó que los aumentos no obedecen sólo a cuestiones inflacionarias, sino también a una estrategia de las empresas que se traduce en una suerte de guerra de promociones. La misma tiene incluso una segmentación geográfica, ya que no todas las sucursales tienen el mismo precio, sino que lo discriminan de acuerdo a la zona, a los competidores cercanos que tengan y al mix de productos que haya. De hecho, tienen gente especializado monitoreando la gestión de precios. 

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