jueves, 5 de abril de 2012

SANTA FE: Carlos Guastavino: cien años de un compositor santafesino

Compositor y ejecutante singular, Carlos Guastavino es una de las figuras de la música argentina más conocidas en el mundo entero. A cien años de su natalicio, su prolífica obra renueva su vigencia. El Instituto Superior de Música de la UNL organiza un Festival Centenario que se desarrollará durante todo el año.

Carlos Vicente Guastavino, una de las figuras más difundidas de la música argentina en el mundo, nacía en Santa Fe el 5 de abril de 1912, el mismo año en que se registraba en el país la primera sonata para piano compuesta por un autor argentino. “Yo hago música porque me encanta. Me encanta la melodía, me encanta cantar. Y ahora eso lo publico y veo que hay eco. ¡Fantástico! No quiero escribir para que la posteridad se encargue de descubrir mi obra”. Así expresaba el propio Guastavino la sorpresa ante la recepción de su obra, que fue creciendo a lo largo de su vida y lo instaló como un exponente del nacionalismo romántico argentino. A cien años de su natalicio, el Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral (ISM-UNL) organiza el “Festival Centenario Carlos Guastavino”. Durante todo 2012 habrá conciertos, presentaciones de libros, producciones audiovisuales y actividades académicas sobre la vida y obra del destacado músico y docente santafesino. Nombre consagrado Carlos Guastavino es un nombre consagrado en la música argentina de tradición escrita, tan difundido como Alberto Ginastera o Astor Piazzola, ponen en alto la producción argentina con proyección internacional. Su trayectoria compositiva comenzó en 1938 y, tras un intervalo durante la década del 70, la retoma desde los 80 hasta los 90. Musicalizó versos consagrados como “Se equivocó la paloma” de Rafael Alberti, versión que popularizó en el mundo de habla hispana Joan Manuel Serrat con su interpretación aparecida en 1969. Del mismo modo, “La Tempranera” compuesta por el santafesino y grabada por Eduardo Falú, junto a “El Bailecito” o “La rosa y el sauce”, son mojones de la composición de Guastavino que sobresalen en el imaginario musical argentino. “El ingreso de Carlos Guastavino al panorama de la composición musical argentina coincide con un momento clave de la historia de ésta. Los años alrededor de 1940, sólo considerados desde la perspectiva de la literatura pianística, ofrecen obras emblemáticas, plenamente representativas de los diferentes grados de modernidad según las tendencias estilísticas en las que estaban enrolados los compositores”, explica Edgardo Blumberg, especialista en Historia de la Música y docente del ISM-UNL. Sólo unas pinceladas bastan para dar cuenta del horizonte cultural de los primeros años del siglo XX en el que floreció la música de este santafesino: la vida musical giraba en torno a los conciertos, institución muy fuerte y fomentada por asociaciones particulares como Amigos del Arte, por ejemplo. Las tecnologías de difusión y circulación de las producciones musicales estaban acotadas a las interpretaciones en vivo, y las radios daban sus primeros pasos en la transmisión de estos conciertos para un público ávido que comenzaba a masificarse gracias a esta tecnología. En este panorama de programas concertísticos consagrados que incluían la interpretación de obras de Bach, Beethoven, Chopin, Schubert, Ravel y otros, Carlos Guastavino puso su sello distintivo y a poco de comenzar con las giras por el país y Latinoamérica, estableció un programa enteramente propio en sus apariciones públicas. “La vida concertística de Carlos Guastavino es muy fuerte y lo convierte en un artista singular porque no todos los compositores son ejecutantes o hacen vida de concertistas. Esta cantidad de presentaciones, ya en 1943 realiza giras por Chile, Punta del Este en el 46 y luego Rio de Janeiro, lo diferencia del estándar del programa de esa época porque él se dedica a ejecutar su obra. Esto potencia la circulación de su música y la recepción es muy buena”, opina Blumberg. Las melodías, su sello “Carlos Guastavino es un músico más de este proceso donde se mezcla lo regional y los distintos grados de modernidad”, explica el especialista. Según su visión, la música de Guastavino “no es muy compleja, ni muy moderna, siempre está en un sistema tonal, un sistema jerárquico que tiene un anclaje en una tónica. Y un aspecto muy importante de su estilo son las melodías, todas fraseables, memorizables para casi todo el mundo. Sin embargo, esto no significa que toda su música tenga esta sencillez”. La difusión de su obra contribuyó a la construcción de una visión sobre el compositor santafesino que lo identifica como un “músico popular”. A esta imagen inscrita en la memoria popular, contribuyó decisivamente el boom folclórico que en los años 60 vivió la Argentina; permitió la difusión de composiciones argentinas y acompañó el acento puesto en la música coral, arista en la que también sobresalió la composición de Guastavino. 266 composiciones La obra de Guastavino fue tan fecunda y heterogénea como los intereses que la influenciaron. Sus 266 composiciones dan cuenta de una cuantiosa producción multiplicada por los arreglos y versiones, propias y ajenas. Instalado como un referente de la música como expresión del Romanticismo del siglo XIX, que nunca abandonó a lo largo de su carrera, sus melodías son la base estética de su propuesta. Siempre perfumado con aromas confeccionados por él mismo, técnica que adoptó durante una carrera de Ingeniero Químico que cursó sin finalizar en la UNL, la formación científica es otro aspecto que describe a este músico singular. La incursión en la docencia fue posterior al desarrollo del aspecto didáctico de sus composiciones, entre las que se encuentran las canciones escolares, como “La marcha del estudiante”, de su autoría. También fue parte de la gestación de la Escuela Superior de Música y canto --hoy el Instituto Superior de Música de la UNL--, e incluso ejerció su vicedirección antes de marcharse a Londres con una beca que le permitiría perfeccionar su carrera. La alta calidad literaria de las poesías elegidas por Guastavino revela su formación cultural e intereses literarios. Los poetas españoles ocupan un lugar privilegiado. No sólo se interesa por poetas de su siglo, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Lorenzo Varela, Manuel Altolaguirre, sino del siglo XVII, José Iglesia de la Casa, del Siglo de Oro, Francisco Quevedo, y la poesía anónima del romancero español. También ocupan un lugar significativo algunos poetas latinoamericanos como Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y otro santafesino, José Pedroni. Compuso más de 150 canciones para voz y piano, y otras tantas obras para solo de piano y guitarra, partituras corales y de música de cámara, que en las voces de Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Alfredo Krauss o José Carreras, desbordaron los circuitos habituales para nuestra música. Carlos Vicente Guastavino falleció en Santa Fe el 29 de octubre de 2000 y sus restos descansan en San José del Rincón. Más allá de la innegable riqueza de su obra y de los reconocimientos obtenidos, quizá uno de sus mayores méritos se encuentre en la cualidad refinada de sus creaciones, que traspasaron la dicotomía entre “lo regional” y “lo universal”, preservando inalterables los vínculos entre la obra musical y el público masivo.

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