domingo, 1 de abril de 2012

Repentino cambio de autoridades en la jefatura de la policía rosarina

El Ministro de Seguridad de Santa Fe, Leandro Corti, desplazó de sus cargos a Néstor Arismendi y Daniel Cabrera. En sus lugares asumieron ayer Walter Miranda como jefe de la UR II y Hernán Brest de subjefe.

El ministro de Seguridad de la provincia, Leandro Corti, decidió relevar ayer a la cúpula de la jefatura de la policía de Rosario en el marco de lo que consideró "un proceso natural" y sin que haya "ninguna razón en particular". Todo sucedió en cuestión de pocas horas. La mañana del sábado, y por teléfono, el comisario mayor Néstor Arismendi se anotició de que desde las 16 no sería más el jefe de la Unidad Regional II. La misma suerte corrió el comisario Daniel Cabrera, quien era subjefe. "Fue una decisión política", coincidieron las fuentes consultadas por La Capital a la hora de conocer detalles de los corrimientos.
El nuevo jefe de policía de Rosario es el comisario mayor Walter Miranda, quien dejó su cargo como subjefe en la Unidad Regional VIII con asiento en el departamento General López. Será secundado por el comisario inspector Hernán Brest, quien hasta octubre pasado fue jefe de la Agrupación Cuerpos de la policía rosarina y cuyo último destino fue ser subjefe de la URXVII, en San Lorenzo. Ambos oficiales asumieron sus nuevas responsabilidades en el salón "Héctor Hermida" de Jefatura, en Ovidio Lagos al 5200.
Las designaciones, según sostienen fuentes oficiales, forman parte de un esquema de recambios más amplio que fuera anunciado por el ministro de Seguridad hace 15 días y que incluyó el nombramiento de Verónica Aymar, una abogada de su extrema confianza, a cargo de la estratégica Subsecretaría de Coordinación Técnica Administrativa del Ministerio (con potestad sobre la asignación del presupuesto para el funcionamiento de la cartera).
Se sabía. Si bien la decisión política de realizar un cambio en una jefatura de unidad regional siempre está latente como parte del juego, el reemplazo del cuestionado comisario Arismendi dejó claro que sentarse en el sillón de jefe de la UR II se transformó en un puesto de alto riesgo. "En Rosario los policías vivimos el día a día. No sabemos cuándo te va a tocar perder". Así lo explicó hace algunos meses un alto oficial de la rosarina y los hechos parecen convalidar esa visión. En los últimos 15 meses desfilaron por la Jefatura local tres titulares: Oscar Barei (dos meses), Cristián Sola (10 meses) y Arismendi (109 días). "Se acabaron los días en que un jefe de policía podía estar dos años, como Mariano Savia", comentó ayer, con un dejo de nostalgia, un alto mando de la regional.
Desde hace una semana en los despachos oficiales se barajaba un cambio para Rosario y el de ayer fue el amanecer de un día agitado. Una mañana de teléfonos y celulares al rojo vivo donde distintos jefes se fueron enterando de cuál era su próximo destino apenas habían dejado sus camas. Arismendi se enteró de su relevo vía telefónica. Un detalle no menor que fue tomado con distintos grados de malestar por muchos uniformados. "Puede haber un relevo pero no se pueden olvidar las formas. A un policía no se lo puede relevar por teléfono. Tiene que haber una comunicación cara a cara", se quejó un veterano.
Un largo recorrido. Los nuevos jefes de la policía rosarina son de la misma promoción: la 1984. Es decir que cumplen 30 años de servicio en marzo de 2014, cuando pasarán a retiro. De esa promoción fueron, por promedio, segundo y tercer escolta de la bandera. En ese caso, Brest estuvo por delante de Miranda.
Walter Rubén Miranda tiene 28 años de servicios y alternó trabajos en comisarías y la Agrupación de Unidades Especiales (AUE). En 1999 fue nombrado subcomisario. Volvió a ascender en 2002, en 2004 y en 2006 llegó al cargo de inspector. Estuvo al frente de las comisarías 1ª, 2ª, 3ª, 9ª y 10ª. En AUE trabajó en Leyes Especiales, Sustracción de Automotores y fue subjefe de la sección Homicidios.
Su paso por Moralidad Pública hizo que su nombre fuera ligado al de Sandra Cabrera, asesinada de un balazo en la nuca el 27 de enero de 2004, ya que la meretriz concentraba sus denuncias en esa sección de la policía rosarina. Sin embargo la pesquisa sobre el asesinato de Cabrera nunca incluyó una denuncia judicializada contra Miranda. Tras ese crimen, el entonces gobernador de la provincia, Jorge Obeid, disolvió la sección Moralidad Pública.
También estuvo en el área de Relaciones Policiales (Prensa de Jefatura) y en junio de 2009 fue designado como jefe de la Inspección de 1ª Zona, teniendo a su cargo las comisarías del centro y macrocentro de la ciudad. En diciembre de 2010 fue corrido de ese cargo luego de que el fotógrafo Alejandro Guerrero, del diario El Ciudadano, denunciara que había sido golpeado en la comisaría 3ª. Ese relevo fue visto, puertas hacia adentro, como un "ajuste de cuentas" dentro de la misma fuerza ya que el irracional acto de dos numerarios de la comisaría de Dorrego al 100 fue utilizado para relevar no sólo al jefe de la seccional, sino también al Inspector de Zona y al entonces jefe de Orden Público, Aníbal Rodríguez, actualmente a cargo de la policía de San Lorenzo.
Luego de ese mal trago Miranda pasó a revistar en el departamento General López, donde llegó como jefe de la Unidad de Agrupaciones Especiales y al ser nombrado comisario mayor fue ascendido a la subjefatura de la Unidad Regional VIII.
Un hombre de calle.El comisario Inspector Hernán Brest, en tanto, viene de ser segundo en San Lorenzo y tiene un perfil de policía con apego a la calle y al patrullaje, lo que le genera buena llegada a la tropa. Cumplió una buena parte de su carrera en comisarías de la periferia como la 11ª, la 20ª, la 25ª de Villa Gobernador Gálvez, la 27ª de Arroyo Seco y la 30ª. Aunque también estuvo en las dos seccionales que organizan los operativos de partidos de fútbol como son la 5ª (parque Independencia) y la 9ª (de Arroyito), algo que le hizo ganar amigos y enemigos en igual medida y que le causó un dolor de cabeza a fines de octubre pasado cuando el presidente de Newell\'s Old Boys lo acusó de ser el responsable de la represión que sufrieron los hinchas rojinegros al finalizar el partido que jugaron entonces con Olimpo de Bahía Blanca.
Fue nombrado subcomisario en 2003 y ascendido a comisario dos años más tarde. En 2007 fue nombrado inspector y puesto a cargo de la Inspección de 2ª Zona (Pichincha, Belgrano, Refinería, Arroyito, Sarmiento, Alberdi, La Florida, Empalme Graneros y Ludueña). En marzo de 2011 fue puesto a cargo de la Agrupación Cuerpos (Comando Radioeléctrico e Infantería) y en diciembre pasado llegó a subjefe de la policía de San Lorenzo.
Esta es la nueva cúpula de la policía de Rosario. Asumió ayer y deberá enfrentar dos complejos frentes de batalla. Uno: las intrigas palaciegas, un elemento demasiado naturalizado en los últimos tiempos de la vida de una fuerza de unas 5 mil personas. Dos: el clamor de una sociedad que le exige al poder político un mejoramiento en las condiciones de seguridad en la vida del vecino de a pie en una ciudad-departamento que supera ampliamente el millón doscientos mil habitantes.
En Santa Fe
Los reemplazos en la policía rosarina se dieron 15 días después de que el ministro Leandro Corti removiera a la cúpula de la Unidad Regional I, con asiento en la capital provincial. Allí, la dupla compuesta por el comisario mayor Antonio Medina y el inspector Carlos Chelini suplantó a los comisarios Hugo Miñoz y Tomás Salomón. La explicación a esos cambios fue la misma que ayer: “Son naturales y habituales en la fuerza”.

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